lunes, 31 de diciembre de 2012

EN LA CASA


Había decidido darme unas “vacaciones de blog” esta semana. Pero 105 minutos de CINE me han hecho cambiar de opinión y encender el ordenador apenas una hora después de salir de la sala de cine. Culpable: el director francés François Ozon y su última película “En la casa” (“Dans la maison”). Sí, he escrito CINE con mayúsculas, toda una pista. Basada en la novela de Juan Mayorga “El chico de la última fila”, nos cuenta la historia de un profesor de literatura, desalentado y hastiado por las insulsas y torpes redacciones de sus nuevos alumnos. Sin embargo descubre que el chico sentado al fondo de la clase muestra en sus trabajos un agudo y sutil sentido de la observación. Y escribe, animado por el profesor, una especie de relato sobre la familia de uno de sus compañeros por la que siente una extraña fascinación. Este relato va adquiriendo una dimensión extraordinaria llegando a ser difícil distinguir entre realidad y ficción. Hasta aquí puedo leer.

A caballo entre el drama y la comedia la película se va desarrollando como un milimétrico juego de espejos entre realidad y ficción que se van cruzando con elegancia y maestría. Su estructura es sencilla e impecable a la vez, una narración perfectamente hilada, rica en matices, con brillantes diálogos y con un hermoso cierre final. Un buen sabor de boca para cerrar también el año.

Y ya metidos en harina resumiría mi 2012 cinematográfico entre la película que nos ocupa y la deslumbrante “La invención de Hugo” (“Hugo”), del incansable Martin Scorsese, clásica y moderna a la vez, en la que la tecnología 3D se muestra, aquí sí, adecuada al contenido que plantea: la magia de los comienzos del cine.


Dos películas dispares, de dos directores de generaciones diferentes, con presupuestos alejados, tratando de temáticas diversas como son la literatura y el propio cine, realizadas con medios y tecnologías nada similares. Y, sin embargo, dos películas que emocionan y de las que, tras su visionado, disfrutas de esa sensación placentera y a la vez reflexiva que sólo el cine y pocas cosas más son capaces de provocar.   

domingo, 23 de diciembre de 2012

SOLSTICIO DE INVIERNO


La Tierra gira sobre sí misma alrededor de un eje que no es perpendicular a la órbita que sigue el planeta en torno al Sol. El eje se aparta de la perpendicularidad en 23.5 grados, y está orientado de manera que apunta al mismo lugar del cielo con independencia de la posición que ocupe la Tierra en su órbita anual.

En un lado de la órbita el hemisferio norte, en el que nos encontramos, está inclinado hacia el Sol produciéndose los días largos y calurosos del verano boreal. Medio año más tarde la Tierra se halla en el extremo opuesto de su órbita y el hemisferio norte queda entonces inclinado hacia la dirección opuesta al Sol, los días se hacen cortos y fríos y el Sol se levanta poco en el cielo: es el invierno boreal en el que acabamos de entrar. En esta posición, la energía solar incide de forma muy inclinada en la atmósfera de nuestro hemisferio y se dispersa sobre un área extensa, con lo que disminuye su potencia calorífica. El 21 de Diciembre ha marcado por tanto el solsticio de invierno para nosotros (y el solsticio de verano para quienes se encuentran en el hemisferio sur).

Hecha la explicación astronómica de forma simplificada (el tema da mucho más de sí  atendiendo a los distintos calendarios, ciclos temporales, correcciones etc.) lo cierto es que el significado o interpretación de este evento ha variado en las distintas culturas del mundo pero casi todas lo reconocen como un período de renovación y renacimiento que, habitualmente, trae consigo festivales, rituales y otras celebraciones. Sitios arqueológicos como Stonehenge o Nueva Grange fueron cuidadosamente dispuestos y alineados apuntando a la salida y a la puesta del sol del solsticio de invierno respectivamente. Por tanto, ya en el Neolítico y en la Edad de Bronce tenían conciencia de este hecho y lo reconocían con sus construcciones.

La importancia del solsticio de invierno para las comunidades se basaba en que éstas iban a ser privadas de muchas cosas durante el invierno y por tanto era el momento de acumulación de víveres y sacrificios de animales. Los festivales y celebraciones en la noche más larga del año van encaminados a la petición de la floración perenne, la iluminación, la comunión con el prójimo. En definitiva, terapias culturales dirigidas a evitar el malestar y reavivar el espíritu.

Así que, como el fin del mundo no ha llegado, agitemos el conocimiento y reiniciemos nuestro reloj interno para este nuevo ciclo que acaba de comenzar.

domingo, 16 de diciembre de 2012

LA AMISTAD ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER


De vez en cuando aparece en los medios de comunicación alguna información que comienza más o menos así: “Según un reciente estudio de la Universidad de…” Detrás de este titular podemos encontrar importantes avances médicos o científicos, sesudos análisis macroeconómicos o curiosos estudios sociológicos. En este caso el titular completo es: “Según un estudio de la Universidad de Wisconsin la amistad entre el hombre y la mujer no existe.” O, dicho de otra forma, entre hombres y mujeres siempre hay algún tipo de interés que les impide ser solo amigos.

Lo que afirman estas nuevas investigaciones es que, aunque creamos –mujeres y hombres heteros- que somos capaces de ser solo amigos, la oportunidad (o la percepción de la oportunidad) de un romance siempre está a la vuelta de la esquina, al acecho, esperando un momento de debilidad de una de las partes.

Como suele ser habitual, hay diferencias en cómo ellos y ellas experimentamos la amistad entre heteros, según los resultados de este estudio. Los hombres analizados pensaban con más frecuencia que sus amigas podían sentirse atraídas por ellos pero ambos, hombres y mujeres, habían fantaseado con la posibilidad de vivir una situación romántica con su “amigo, solo amigo”.

Encuentro gracioso el término romance utilizado en la publicación del estudio. Suena arcaico pero entendemos perfectamente su alcance. Lo que no me resulta tan gracioso es que los resultados obtenidos rompen todos los esquemas que yo tenía al respecto. Siempre he creído saber diferenciar entre relaciones que podían ir más lejos y aquellas otras con amigas y punto. Estaba plenamente convencido de ello. Y ahora resulta que no, que eso no existe. Que siempre han sido amigas y puntos suspensivos, con posibilidad, oportunidad o percepción de algo más. No sé si esto me obliga a repasar mis relaciones de amistad con mujeres para detectar si realmente existía el más mínimo atisbo o posibilidad de romance en ellas pero, en todo caso, me intranquiliza bastante.

En mi agenda (por fin una pulcra tabla Excel en la que he volcado, no sin esfuerzo, las múltiples agendas parciales que pululaban por casa) tras el nombre de alguna mujer tengo anotada en la columna Referencia la palabra Amiga. ¿Qué tengo que poner ahora? Lo siento por los de Wisconsin pero mantengo mi fe.

lunes, 10 de diciembre de 2012

ASCENSIÓN AL MONTE CANDINA (08/12/2012)


Debido al mal estado del terreno en algunos tramos de la ascensión al Monte Ventoso cambiamos el plan y nos dirigimos al Monte o Peña Candina, la cumbre del macizo kárstico que se alza sobre el Cantábrico entre la ría de Oriñón y el valle de Liendo. La ascensión se realiza entre rocas, picos y depresiones (hoyas) a través de un variado paisaje en el que quedan restos de una antigua explotación minera de hierro.

El primer tramo, cruzando la hoya de Tueros, se realiza entre laureles y madroños. Tras bordear posteriormente la hoya de Falluengo y siguiendo las marcas llegamos a la cima (472 m.) tras casi dos horas de camino, desde donde se divisan unas imponentes vistas del Cantábrico y de los valles interiores (Liendo, Guriezo) con una nueva depresión a nuestros pies, la hoya Negra. Frente a nosotros dos grandes aberturas conocidas como los Ojos del Diablo. En el cielo ejemplares de la importante colonia de buitres que habitan en este macizo. 

Tras el descenso, un queso de Idiazábal, unas alubias alavesas con morcilla lebaniega y un bizcocho de nueces, todo ello regado con un caldo de Rioja, nos recargaron las pilas para la próxima salida. Será en primavera.

 1. Los jóvenes montañeros

2. Los montañeros… menos jóvenes

3. Atasco en el camino
  
 
4. En la cima. Al fondo los “Ojos del Diablo” y la “Ballena de Sonabia”
  
 
5. Panorámica hacia el Oeste: Liendo, Laredo, Santoña
  
 
6. ¡Huy que frío!

 
7. La cresta de Peña Candina

8. Haciendo el cabra

 
9. Un resbalón lo tiene cualquiera, ¿o no?

lunes, 3 de diciembre de 2012

SECRETOS, MISTERIOS Y ENIGMAS DE LA ARQUITECTURA


Según parece, ya no hace falta acudir a la literatura de ficción y al género fantástico para encontrarse con publicaciones de títulos intrigantes o enigmáticos. De forma misteriosa, en los últimos tiempos han aparecido un amplio número de libros que, dentro del género del ensayo o la divulgación, asocian en su título la arquitectura con términos como secreto, misterio o enigma.

Ya dejé en este blog mi comentario sobre el libro que hace unos meses publicó una conocida editorial bajo el título “La historia secreta de los edificios”, obra del arquitecto Ricardo Aroca: pocos secretos, bastantes errores documentales y demasiadas obviedades: http://www.echonovemberecho.blogspot.com.es/search?q=Carta+a+Ricardo+Aroca

Pero el aluvión ha continuado: “El enigma de las catedrales”; “Los códigos secretos de la arquitectura”; “Los secretos en diseño y arquitectura”; “Los misterios de la arquitectura”… Parece evidente que, a día de hoy, la arquitectura vende libros. Y la asociación de arquitectura con los términos antes indicados, aún más. Parece evidente también que responde al reclamo o estrategia comercial de importantes empresas editoriales que han encontrado un cierto filón en este campo (Espasa, Planeta…) Hasta aquí, nada que objetar. Cualquier título que atraiga a la lectura y la divulgación cultural se puede dar por bueno. Al final lo importante es su contenido. Pero tras la experiencia del caso comentado uno está ya con la mosca detrás de la oreja.

Hace unos días se ha presentado un libro más (y seguro que no será el último) dentro de esta tendencia divulgativa: “La luz y el misterio de las catedrales”, escrito por el arquitecto y dibujante José María Pérez “Peridis”. Estoy con él, leyéndolo. En este caso su planteamiento es el de una visión histórica libre de una selección de catedrales españolas. En el prólogo el autor reconoce que se ha tomado ciertas libertades y que su discurso transcurre entre el rigor histórico y la ficción. Ya empezamos. Entonces, ¿por qué no ha escrito directamente una novela? Aroca disculpaba sus errores por las prisas para acabar el libro, “Peridis” parece disculparlos por esa supuesta licencia histórica.

Lo que es absolutamente cierto es que ambos están vendiendo muchos ejemplares, que es lo que finalmente buscan autor y editor. Por tanto, hay que reconocer que han acertado de pleno y no cabe sino felicitarles. Quiero hacer mi pequeña aportación a la causa proponiendo un título para una futura publicación, por si algún editor o autor avezado lo quiere utilizar: “Cincuenta sombras de la arquitectura”. Cedo los derechos.

martes, 27 de noviembre de 2012

SALIDA AL MONTE (3): MONTE VENTOSO


Tiempo de otoño, época atractiva para sumergirse en la naturaleza y en los paisajes de nuestras montañas. En esta ocasión la ruta nos llevará hasta el Monte Ventoso, cumbre fronteriza entre Bizkaia y Cantabria en la cordillera de Saldamando. Es la cima de más entidad de estos montes mineros sembrados de vestigios megalíticos. Desde su cima se divisa uno de los mejores panoramas marineros de la zona.
 Situación

La salida está programada para el sábado 8 de Diciembre. El recorrido parte del alto de La Granja (o de La Jaya) a 367 m. de altura, entre el valle de Sámano y el de Guriezo. La ascensión es suave y se realiza a través de senderos y una pista que recorre el cresterío por detrás de la Peña de Santullán. Tras un repecho final se accede a la cima de El Ventoso (731 m.) que hace honor a su nombre por los vientos que generalmente azotan desde todos los costados. 

Recorrido


Panorámica desde Monte Ventoso

En cuanto al grado de dificultad, se trata de una ascensión suave ya que, aunque la altura de la cumbre es de 731 m., partimos de una altitud de 367 m. a través de un recorrido bastante cómodo. Así que a todos los que os apetezca disfrutar de esta ruta os animo a que os acerquéis a Islares, punto de encuentro. Desde ahí nos desplazaremos hasta el alto de La Granja donde iniciaremos la ascensión. Al terminar habrá viandas para reponer fuerzas.

Datos técnicos

-       Fecha de salida: Sábado 8 de Diciembre, a las 9.00 h.
-       Lugar de salida: Urbanización El Oasis, Islares (junto a la gasolinera), Castro Urdiales. Desplazamiento en vehículo al alto de La Granja (11 km.).
-       Desnivel: 364 metros.
-       Recorrido: 15 kilómetros aprox.
-       Duración: 3 horas y 45 minutos (ida y vuelta).

domingo, 18 de noviembre de 2012

¡QUÉ BELLO ES VIVIR!


He observado estos días que los operarios se afanan en la instalación de la iluminación navideña en calles y plazas. ¡Cielos, qué horror! ¡La Navidad ya está encima!

Cuando era aún un crío, al levantarme inquieto y nervioso una mañana de Reyes percibí un ambiente frío y apagado en casa que no se correspondía con lo que debía ser un día de ilusión y alegría. Mi abuelo acababa de morir. Triste regalo. Entonces empecé a desconfiar, a dudar de la bondad de esos personajes barbudos y orondos (llámese Reyes Magos, Papá Noel, Olentzero…) y, por extensión, de todo lo que suponían las fiestas navideñas.

Cuando llegaron los hijos recuperé de alguna forma la ilusión, más por ellos que por mí. Y reconozco que pasamos buenos, muy buenos momentos, algunos de ellos viajando, que tal vez sea la mejor manera de sobrellevar estos entrañables días (se entiende que lo de entrañable va de coña).

Y ahora mismo mi actitud hacia la Navidad diría que es de indiferencia, tampoco merece la pena hacerse mala sangre. Que pasen cuanto antes y ya está. Pero mentiría si no admitiera que hay cosas de esta época que me gustan. Por ejemplo, la reposición en televisión de la película “¡Qué bello es vivir!” (Frank Capra, 1946). Una película entrañable (y aquí no va de coña). George Bailey (James Stewart) es un honrado y modesto ciudadano que, el día de Nochebuena, decide suicidarse acuciado por problemas económicos. Está convencido de que su vida únicamente ha causado dolor y penurias a quienes le rodean. Pero en ese momento un ángel en período de pruebas que aún no ha conseguido sus alas consigue salvarle. Y no sólo eso sino que además le concede un don: la ocasión de contemplar cómo habría sido la vida de los que le rodean si él no hubiera existido. Un cuento fantástico.

Recuerdo también una escena de otra película (no consigo saber cuál) en la que en pleno duelo de la mujer y el hijo por el fallecimiento de su marido y padre, el difunto resucita, y al constatar que nadie más ha acudido al sepelio decide, desolado, volver a morirse. Otra visión, divertida en este caso, de lo que puede suponer dejar huella o no a lo largo de nuestra vida entre las personas que han estado cerca.

Así que cada vez que llega la Navidad me pregunto qué verían mis ojos si mi ángel de la guarda me ofreciese la misma oportunidad que a George Bailey. Por si acaso… mejor que no aparezca.

lunes, 12 de noviembre de 2012

VENDÉE GLOBE 2012


Arranca, pero sin motor, la Vendée Globe, la regata de veleros más exigente. La más exigente porque suma tres condiciones nada desdeñables: vuelta al mundo, en solitario y sin escalas. Compiten una veintena de navegantes que durante los próximos meses circunnavegarán el planeta con el viento como único motor.

En los medios de comunicación, ni la más mínima referencia. Ni una línea en la prensa, ni un minuto en la televisión. Es más importante dilucidar si cierto personaje de la galaxia futbolera está triste o no, si se pone la gorra hacia delante o hacia atrás.

Copio aquí un extracto de una anterior entrada de este blog:

 A finales de la década de los sesenta (1968), cuando el hombre estaba a punto de llegar a la luna, nueve hombres zarparon a bordo de sus pequeños barcos de vela para competir en una regata alrededor del mundo en solitario y sin escalas. Esto no se había hecho nunca. Sólo uno regresó: Robin Knox-Johnston (sir Robin), de 28 años, a bordo del Suhaili, un barco de madera de teca.

A sir Robin le pudimos ver cuarenta años más tarde en el puerto de Getxo en la salida y llegada de la regata Velux 5 Oceans (ver entrada Graham Dalton de este blog). Los participantes de aquella regata Golden Globe zarparon sin satélites en órbita que pudieran facilitar su navegación, guiados por el sextante, el sol y las estrellas. Sin sistemas de predicción meteorológica, sin apenas aparatos de comunicación (rudimentarias radios que sólo algunos llevaban y no siempre funcionaban). Con barcos pequeños y artesanos. No eran regatistas. Ni siquiera eran deportistas. Sólo uno cruzó la meta después de diez meses en la mar. Los demás obtuvieron una mezcla de fracaso, infortunio, locura y muerte.

Han pasado poco más de cuarenta años pero en este tiempo el avance en el mundo de la vela ha sido espectacular en todos los sentidos: barcos más rápidos y fiables, nuevos materiales, sistemas de comunicación y de predicción meteorológica, tripulación con un alto grado de preparación física y técnica, patrocinadores, equipos de apoyo… Y sin embargo, curiosamente, el mar sigue imponiendo su ley: en la regata que acaba de iniciarse, a las pocas horas de zarpar dos de estas grandes máquinas de navegar han tenido que regresar a puerto a causa de los graves desperfectos sufridos por un fuerte temporal.

Como decía el gran navegante y escritor Bernard Moitessier, unos de los participantes en aquella mítica regata de locos: “Nunca hay que perder el respeto al mar. El mar, si quiere, siempre te puede.

Buenos vientos para todos.

martes, 6 de noviembre de 2012

EL DINOSAURIO


Durante años, dentro del abanico de mis intereses literarios, pasé de largo ante lo que consideraba un subgénero marginal, un divertimento de escritores vagos incapaces de completar un relato, un ensayo o una novela. Hablo de los microrrelatos, también conocidos como microcuentos o relatos ultrabreves. Es decir, aquellos que caben en una página, en un párrafo e, incluso, en una frase. Hasta que me topé con “El dinosaurio”, en el que el escritor Augusto Monterroso, con solo siete palabras, cuenta una historia, rompe la frontera entre el sueño y la realidad y nos hace imaginar mil posibilidades. ¿Se puede dar más con menos? Este microcuento dice así:

 “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.

Podremos escribir lo que sucedió antes, o lo que tal vez pasaría después, pero ya estará dicho todo en esa frase.

A partir de esa lectura y del conocimiento de su autor (Monterroso fue Premio Príncipe de Asturias de las Letras en el año 2000) fui adentrándome en el universo de los microgéneros y descubriendo que casi todos los grandes autores lo habían trabajado. En la literatura hispanoamericana desde Mario Benedetti, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges. Y entre los españoles Ana María Matute, Max Aub, Quim Monzó, entre otros.

Al microcuento, según parece, se llega por eliminación, desechando las palabras innecesarias de un cuento más largo. Y una característica básica es que, al igual que en todo relato, conviven dos historias: la visible y la invisible, es decir, la evidente y la otra que es una reflexión que corre paralela.

Finalmente mi admiración y respeto por este subgénero se consolidó cuando intenté el ejercicio de escribir uno de estos relatos ultrabreves y fui consciente de su enorme dificultad y complejidad.

Aquí os dejo otra perla de Augusto Monterroso (nacido en Honduras, guatemalteco de adopción y nacionalizado mexicano) incluida en su libro “La oveja negra y demás fábulas”:

“En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra.
Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.”

lunes, 29 de octubre de 2012

HUELLAS GASTRONÓMICAS



Anoche degustaba con un amigo un recuerdo gastronómico de juventud, en un viaje a través de tierras riojanas: unas humildes pero exquisitas patatas en el pequeño pueblo de Quel.

De los viajes, de los lugares que uno ha visitado, quedan fijados en nuestro recuerdo paisajes, edificios, personas, pequeños o grandes acontecimientos… Pero también, al menos para los que disfrutamos con el placer del yantar, las comidas. Lo que podríamos denominar como la huella gastronómica. Y así podemos ir haciendo nuestro particular recorrido geográfico asociado a algunos sublimes platos que, probablemente y con el paso del tiempo, habremos magnificado más allá de sus auténticas cualidades culinarias. Pero es igual, lo importante es la evocación de esos momentos y de las personas que nos acompañaban. Aquel estupendo cabrito que comimos en Ponferrada, aquellos tiernos calamares de Villaviciosa, los mejillones recién cocidos al vapor de Rianxo, la textura deliciosa de la merluza negra en el puerto de Ushuaia… Es una manera de asociar un sentido como el del gusto a ese recorrido geográfico que enriquece, creo yo, esas estancias y ayuda a mantener vivo el recuerdo de nuestras sensaciones.

También se puede asociar esa huella gastronómica a las distintas etapas de nuestra vida. Y en cada una encontraremos sabores y olores, sin duda. De los veranos en el pueblo, unos untuosos pimientos entreverados asados a la leña. De los otoños de infancia en casa, la tarta de manzana en cuya elaboración ayudaba a mi madre, el olor de la manzana reineta y el dulzor de la crema pastelera. De la época en el piso de estudiantes, el cocido cántabro en el que había que introducir a presión las morcillas para poder cerrar la tapa de la olla, y que nos ponía a tono en los crudos inviernos castellanos. El aroma del bacalao en salsa elaborado con cariño para los amigos que venían a cenar a casa.

Huellas que van pasando a formar parte de nuestro itinerario personal y vital, de nuestro bagaje cultural, en definitiva. Por cierto, y enlazando con una entrada anterior, http://www.echonovemberecho.blogspot.com.es/search?q=%C2%BFCambiamos%3F ¿cambiamos en nuestros gustos gastronómicos? Yo sigo tomando cola-cao.

Buen provecho. 

domingo, 21 de octubre de 2012

CINE Y ARQUITECTURA (2): FAROS


Siempre me han fascinado los faros. Tal vez sea porque en ellos se conjugan dos de mis pasiones, la arquitectura y la navegación. Son construcciones en el límite del territorio, sobre esa línea quebrada que separa la tierra del mar. Y con una función muy definida, el de la señalización luminosa para la ayuda a la navegación. Desde el mar las embarcaciones no sólo ven el haz luminoso del faro que advierte de la proximidad de la costa sino que también reciben información de su emplazamiento gracias a su código de intervalos luminosos (algo similar al código morse). Es decir, cada faro tiene una secuencia luminosa diferente que lo identifica.
Los modernos sistemas de navegación por satélite han restado protagonismo a estas torres de señalización pero aún siguen siendo útiles para verificar la posición.
Desde las antiguas torres de vigía en las que se encendían hogueras hasta los modernos faros automáticos manejados a distancia, mucho han cambiado los sistemas de iluminación y los métodos construidos empleados. Sin embargo hay dos constantes que se mantienen, que son sus señas de identidad: su verticalidad y su luminosidad. No es raro que en el campo de la arquitectura utilicemos el término faro para definir algún elemento de nuestros proyectos que cumpla con dichas características. Incluso para referirnos a aquella persona que para nosotros ha supuesto una referencia sólida y que ha iluminado de alguna forma nuestro camino profesional o personal.
Pero quizás su mayor atractivo radique en ese emplazamiento único, en las condiciones extremas de los acantilados ante los embates furiosos del mar.
Y, por supuesto, el cine (la tercera de mis pasiones) no ha dejado pasar de largo esa capacidad visual, esos lugares alejados e inhóspitos, esa gran carga simbólica, para incorporarlo como escenario o como auténtico protagonista en un amplio número de películas. Estos son tres ejemplos diversos, tanto en su cronología como en su género.

“El faro del sur” (Eduardo Mignogna, 1998).
Antes de que el cine argentino irrumpiese con fuerza en España a través de películas como “El hijo de la novia”, el director Eduardo Mignogna realizó esta película de búsquedas, de huidas del dolor y de encuentros en el tiempo. Es la historia de dos hermanas que quedan huérfanas, a través de su itinerario geográfico y sentimental. Y es precisamente en un viejo faro y en su guarda-faro o farero donde hallan su hogar y su familia. No olvidemos que en muchas ocasiones los faros albergaban asimismo la vivienda de la persona o familia que se hacía cargo del mismo. Película de gran finura y que consigue emocionar.



“La luz del fin del mundo” (Kevin Billington, 1971).
A pesar de ilustres actores como Kirk Douglas, Yul Brynner o Fernando Rey, se trata de una extraña coproducción USA-Liechtenstein-España-Suiza, que destila un tufillo a película de serie B. Probablemente un director poco experimentado y un bajo presupuesto tienen la culpa. Precisamente en esa cierta tosquedad radica también su encanto. Basada en una novela de Julio Verne y ambientada en el entorno del Cabo de Hornos, pero rodada en la Costa Brava, estamos ante una película de aventuras que cuenta la historia de unos piratas que asaltan un faro situado en una isla rocosa. El plan de los piratas consiste en apagar la luz del faro para que los barcos se estrellen contra los arrecifes y poder adueñarse después del botín. El faro, en este caso, como protagonista principal. 

Ver entrada de este blog “Cabo de Hornos”:


“Jennie” (William Dieterle, 1948).
Pequeña obra maestra rodada en un extraordinario blanco y negro (casi más negro que blanco). Podría encuadrarse tanto dentro del género fantástico como del romántico. Se trata de una historia de amor onírico, casi surrealista. De hecho, era una de las películas favoritas de Luis Buñuel. Cuenta la historia de un pintor abatido por haber perdido la inspiración que conoce, un frío día de invierno, a una chiquilla en Central Park (Nueva York), y a partir de ese momento se suceden una serie de encuentros en los que la chica, de forma casi mágica, va convirtiéndose en una bellísima joven de la cual el pintor se enamora. La escena del faro que parece estremecerse en la tenebrosa tormenta entre intensos relámpagos pretende reflejar el paisaje del mundo inalcanzable y convulso en el que se ha visto sumergido el protagonista.

Ver entrada de este blog “Películas Románticas”:


Hay muchas más películas y muchos más faros. Que nos sigan iluminando.



martes, 16 de octubre de 2012

EL HELICÓPTERO


Han pasado ya diez años pero sigo teniendo el mismo sueño recurrente: el ruido ensordecedor de ese helicóptero me acaba despertando.

Aún recuerdo con nitidez tu cuerpo inmóvil en medio de la carretera, el ruido de las sirenas, el olor de aquel hospital. Cuando el médico nos dio pocas esperanzas creí tocar fondo, pero luchamos, luchaste y despertaste. Habías vuelto pero no del todo. Tu silencio y tu rostro inexpresivo te seguía manteniendo lejos, muy lejos. Hasta que aquella tarde cogiste un lápiz y, con trazo tembloroso, escribiste sobre un papel las cuatro letras de tu nombre. Entonces entendimos que habías vuelto de verdad.

Desde ese día me he sentido más cerca de las personas que han perdido un hijo. Lo antinatural de esa pérdida debe elevar el dolor hasta cotas insospechadas. Un hecho que nunca se supera, con el que hay que saber convivir a lo largo de toda la vida.
Durante un tiempo tuve como compañera de trabajo a una mujer que había perdido a su hijo de corta edad. Nunca hablamos de ello pero me propuse arrancarle una sonrisa siempre que fuera posible. Incluso cuando sonreía en sus ojos había una profunda tristeza, estaban llenos de amargura.

Aquel helicóptero te salvó la vida. Y en aquel helicóptero viajan de alguna manera todas las personas que lo hicieron posible. Y ahora, diez años después, estás aquí, convertida en una adolescente muy adolescente (es lo que toca) y encantadora. Hace unos meses cumpliste los dieciséis y ahora cumples los diez. Así que ¡felicidades! Este es mi pequeño regalo de cumpleaños:


 Y no me importa seguir despertándome con el ruido de ese motor: pensaré en ti, cerraré los ojos y volveré a dormir tranquilo.

martes, 9 de octubre de 2012

BALBUCEOS DIGITALES


Ordenador Amstrad CPC 464

El CD cumple treinta años. Este aniversario me hace recordar aquellos años heroicos en los que a nuestra generación le tocó dar el salto de lo analógico a lo digital, de lo manual a la programación y los comandos.

Mi primer ordenador fue un Amstrad CPC 464 de color negro: una pantalla o monitor cabezón y un teclado que incluía un habitáculo para una cinta de cassette. Mis primeros balbuceos en este nuevo mundo fructificaron en el desarrollo de un programita para armado de vigas a través del lenguaje Basic. Todo un logro con el que incluso conseguía dibujar una sencilla sección de ese elemento constructivo… si es que la cinta no se atascaba.

Pero todo lo que conseguías materializar en este nuevo mundo se quedaba ahí, en el limbo del ordenador. Las impresoras y plotters tardaron un tiempo en llegar, y entonces comenzó otra gran batalla, la de la conexión. Lo que hoy se resuelve con un sencillo cable USB (o de forma inalámbrica) y una pulsación sobre el comando Imprimir, en aquel momento suponía una ardua tarea de prueba y error a través de complejos comandos y órdenes que copiábamos de un grueso manual. Después tocaba esperar y cruzar los dedos para que la enorme impresora matricial se desperezara e iniciase su labor bajo un ruido ensordecedor. Cuando llegaron los plotters, media oficina se arremolinaba a su alrededor para alucinar con el rápido movimiento de sus plumillas sobre el rollo de papel.

Mi primer contacto con un programa de dibujo fue a través de Autocad (programa de referencia en la actualidad), desarrollando el diseño de unos elementos de mobiliario urbano para playas. El trazado de cada línea suponía una compleja introducción de datos a través de coordenadas. De color nada. Pantalla monocromo, por supuesto.

Y qué decir de la comunicación entre máquinas, eso que hoy hacemos de forma habitual pulsando sobre el comando Enviar. Pasaron unos años hasta que una mañana de invierno, y gracias a la habilidad de un ingeniero cerebrillo, lanzamos un mensaje que debía cruzar, a través del espacio digital, desde Bilbao hasta Valencia. Nos fuimos a comer, volvimos a la oficina y estuvimos en tensión esperando una llamada telefónica. A última hora de la tarde el teléfono sonó: un pequeño salto en la geografía española pero un gran salto para nuestra confianza en el nuevo mundo digital que acababa de nacer. Arrinconamos definitivamente la mesa de dibujo, el paralex y los rotrings. Las máquinas de escribir se convirtieron en objeto de anticuario. Empezaba una nueva era y nos tocó estar ahí.

martes, 2 de octubre de 2012

¿CAMBIAMOS?


Hace unos meses, a través de la tupida red de redes de Internet (ya no hay escapatoria posible), contactaron conmigo antiguos compañeros de Colegio y de Instituto. El motivo, una comida de hermandad, fraternidad o como queramos llamarle. Ante la convocatoria tuve una doble sensación. Por un lado, sentía el morbo de rencontrarme con ellos treinta años después. Por otro lado, tenía mis reservas respecto a este tipo de eventos. Finalmente no sé si pudo más el morbo o la cortesía hacia aquellos que se habían molestado en localizarme e invitarme, pero acepté.

Cuando me dirigía al punto de encuentro pensaba: ¿Nos reconoceremos? ¿Habremos cambiado mucho? ¿Cómo serán nuestras reacciones? Las dudas se disiparon de inmediato: todos perfectamente reconocibles. Algunos pelos menos, algunas canas y algunos kilos más. Eso era todo. Por lo demás, las mismas expresiones, los mismos gestos, las mismas risas… Como era lógico, las conversaciones giraron en torno a un rápido repaso de nuestra trayectoria vital desde nuestra separación y, sobre todo, a recordar viejos tiempos, compañeros, profesores y situaciones inolvidables. Todo dentro del guion. En un momento dado, uno de los compañeros que estaba a mi lado comentó, en referencia al buen rollito reinante y a la camaradería que se mantenía después de tantos años, algo así como: “Es una gozada ver que nada ha cambiado, que ya sabes lo que va a decir cada uno, las reacciones y las opiniones sobre cada tema. Resulta muy cómodo.”
   
Llegó la hora de la despedida, emplazándonos para la siguiente a celebrar en corto plazo (también dentro del guion). Cuando me dirigía a casa y los efectos de la euforia se iban pasando empecé a darle vueltas a la frasecita: “Resulta muy cómodo.” Y, paradójicamente, empecé a sentirme incómodo y a hacerme preguntas: ¿Se puede considerar como algo positivo, como un logro, que en treinta años no hayamos cambiado? ¿Esa comodidad es algo de lo que sentirse orgulloso? Siempre he pensado (y parece que así lo indican quienes estudian la conducta humana) que somos la suma de lo innato más lo adquirido. Es decir, de lo que traemos de fábrica a través de nuestros genes más lo que nos va transformando o modelando nuestro entorno. Entonces, ¿cómo es posible que no hayamos cambiado en treinta años? Las relaciones personales, los hijos, el trabajo, los viajes, los distintos entornos sociales en los que nos hemos desenvuelto… ¿no han sido capaces de modelar, de hacer evolucionar lo más mínimo esas marcas genéticas?

Ciertamente me rebelo contra esta idea porque sería como aceptar que a los dieciocho-veinte años ya hemos llegado a nuestra cúspide evolutiva y que todo lo que viene después (treinta años en este caso) es algo así como los años de la basura, que no aportan nada ni son capaces de influir lo más mínimo en nuestra conducta. Y me rebelo también contra ese concepto de comodidad, de conformismo en definitiva.
Algún experto en estadística me podrá decir que el número de personas con las que compartí el encuentro es una muestra demasiado reducida para sacar conclusiones de este tipo, y también  es reducido el tiempo que compartí con ellas. Es posible. Y que todo eran hombres. ¡Vaya! No había pensado en eso.

Intentaré profundizar más en nuestro próximo encuentro, y hablar de mujeres… como hace treinta años.


martes, 25 de septiembre de 2012

TRAVESÍA ATLÁNTICA 2012 (7)


Coordenadas: 38º42’08.34’’N / 09º10’00.93’’W


“¡Tierra! ¡tierra! Aunque mejor diría ¡cielo! ¡cielo!, porque sin duda estamos en el paraje de la famosa Lisboa.” Miguel de Cervantes.

Estamos en Lisboa, en la ciudad luminosa. En efecto, estos últimos días han sido de navegación rápida con algún fuerte aguacero. La tormenta tropical, que se ha reactivado y nos ha tenido en tensión los últimos días, finalmente se ha desplazado hacia el sur. Hay un factor que en estas travesías es determinante aunque casi imperceptible: las corrientes marinas. Y en este último tramo lo hemos notado. Piensas siempre en el viento como el único elemento impulsor del barco pero las corrientes, cuando son intensas como en este caso, aceleran o frenan la velocidad de forma sorprendente.

Navegando al amanecer

La pesca ha seguido a buen nivel. Según Guillermo, el experto en este tema, hemos pescado un bocanegra (me recuerda algo al cabracho), un peixe-porco (carne deliciosa) y ya cerca de la costa peninsular un atum.

Me gusta entrar a las ciudades desde el mar. Se tiene una percepción muy diferente, quizás más global, de su perfil, de su crecimiento. Además, la aproximación es lenta lo que te permite ir captando casi hasta su historia: la ciudad antigua abajo, junto al puerto; las torres de las iglesias o los conventos; los barrios altos; las fortificaciones o castillos en las colinas… Al fin y al cabo en las ciudades con puerto era ésta precisamente la forma habitual de llegar a ellas, desde el mar. Y Lisboa tiene la peculiaridad añadida de que te adentras en un río, en el estuario del Tajo, pasando bajo el puente 25 de Abril.

Lisboa. Durmiendo bajo el puente.

Nuestro final de viaje: escuchando la música del fado, con una copa de vinho do Porto en la mano, en el Barrio Alto. No sabemos muy bien si es una despedida, si nos volveremos a encontrar. Tal vez sí, tal vez no. Cada uno seguirá su camino y quizás algún día, en algún puerto… Y si no, siempre nos quedará este viaje.

Quedan cosas sin apuntar en estas crónicas: las lapas, los cielos o los faros (os faroles) del Atlántico…

Desde el faro del fin… de Faial

He buscado entre todas las fotografías una que, de alguna manera, resumiese este viaje, esta travesía. Y la que he escogido probablemente no es ni la más espectacular ni la más vistosa. Pero para mí es la imagen más evocadora. La hice al atardecer, en la bahía de Porto Pim, en Faial. Me sucedió un poco como a José Azevedo cuando hizo su foto de la ira de Neptuno. Hasta que volví a verla de nuevo no fui consciente de que en esa imagen estaba todo el universo del mar pero, curiosamente, sin aparecer el mar (en cine sería algo así como una elipsis ¿no?). Está el mar en la mirada de la mujer, en su vestido azul. Está la casa, el hogar, en esa ventana que parece flotar sobre la pared blanca. Y está la tierra, la roca oscura sobre la que se asienta todo. Podría titularla “Penélope”, pero prefiero llamarla “Donna di Porto Pim”, en homenaje a la novela del escritor Antonio Tabucchi  que se desarrolla precisamente en esta bahía y en otros lugares de las Azores. Decía Tabucchi, enamorado de estas islas: “Azores en medio del océano, lejos de todo. De Europa y de América. Tal vez sea la lejanía el embrujo de estas islas.”

“Donna di Porto Pim”

Por cierto, Penélope no estaba en el puerto. Se habría cansado de esperar o tendría cosas mejores que hacer…

Pero no quiero terminar estas crónicas con un tono melancólico, porque no respondería al espíritu del viaje. Prefiero hacerlo con humor. Con la inspiración de un poeta navegante en los muelles del puerto de Horta:

I lost my boat

“I lost my BOAT
I can’t find my boat
Have you seen
my boat?
I NEED my boat!
My RUM
is on board!!!

sábado, 22 de septiembre de 2012

TRAVESÍA ATLÁNTICA 2012 (6)


Coordenadas: 38º29’21.29’’N / 21º54’33.34’’W

Ha bastado una breve estancia en las islas de Faial y Pico más otro día de navegación entre el resto de las islas para quedar absolutamente fascinado por estas tierras.

Flor

He hablado algunas veces de la fuerza del mar. Y qué decir de la fuerza de la tierra que ha generado estas islas volcánicas desde hace miles de años. Roca oscura que poco a poco ha ido cubriéndose con un manto de vegetación exuberante, con gran cantidad de plantas endémicas y flores de geometrías complejas.

Hortensia y vaca

A Faial se la conoce como la isla de las hortensias (de ahí su nombre de ilha azul) y de las vacas (30.000 cabezas, a dos por habitante). De ahí la calidad de sus quesos, sus mantequillas y su carne, debido a la calidad de sus verdes pastos. Pero aún quedan vestigios de erupciones recientes, como la de 1957, que transformó totalmente la parte occidental de la isla. Además de sus recursos naturales y de sus paisajes, su capital, Horta, destila historia y cultura: las fortificaciones que a partir del siglo quince se construyeron a lo largo de su costa; el establecimiento como puerto comercial en las rutas atlánticas; la construcción del cable submarino de comunicaciones entre Europa y América que tuvo aquí un nodo fundamental con el establecimiento de empresas alemanas, holandesas…; los primeros vuelos comerciales de hidroaviones que amerizaban en su bahía; la construcción de puestos de vigilancia y de defensa durante la segunda guerra mundial… También tuvo gran importancia su industria ballenera con la construcción de embarcaciones, factorías para su procesado, etc. Todo ello ha ido dejando un poso que se respira en su geografía, en su arquitectura, en su cultura en definitiva.

 
“Caldeira” del volcán principal de Faial

 
Volcán de los Capelinhos

Panorámica de Horta

Y además, para acabar de seducirme, hacen buenos vinos. Gran parte de la isla de Pico está cubierta de viñedos introducidos en el siglo XVI por los franciscanos y los carmelitas. Viñedos que necesitaron de una labor titánica para abrirse paso entre la roca volcánica y construir esos pequeños muros que los protegen de los vientos y mantienen la temperatura en las horas nocturnas.

Parece que estoy haciendo un folleto de propaganda turística. Pero todavía me dejo cosas en el tintero porque cada isla ofrece una sorpresa y un tesoro. Afortunadamente la presión del turismo de masas no ha llegado. Supongo que por su clima húmedo y por la ausencia de grandes playas. Así que tengo claro que volveré a estas islas para recorrerlas con calma. Y cómo no volver si nos despidieron desplegando este arco iris a nuestra salida del puerto de Horta.

Despedida bajo el arco iris

También hemos visitado en su casa-taller a John van Opstal, un holandés que llegó a estas islas hace veinticinco años y se quedó a vivir. Es el único artista que queda en Faial dedicado al Scrimshaw, que no voy a decir lo que es. Así os pongo un poco de tarea. El que sepa definirlo tendrá premio.

Respondiendo a la pregunta en una entrada anterior: la navegación se hace con los métodos actuales basados en el Sistema Global de Posicionamiento (GPS). Sin embargo, al menos nosotros, seguimos trazando nuestra derrota (recorrido) de forma tradicional sobre la carta náutica en papel, lo que nos sirve como verificación. Tenemos incluso previsto hacer alguna práctica con el sextante para obtener nuestra posición a través de los astros (estrellas, sol…). Lo haremos por el gusto de saber cómo se navegaba antes y también porque si en algún momento la comunicación por satélite falla (sabemos por ejemplo que está afectada por las tormentas solares) deberíamos ser capaces de navegar con los métodos tradicionales. Como escribía el poeta Dias de Melo: “Olho a estrela do Norte – quantas vezes nos meus tempos de baleeiro, me indicou, a mim e aos meus companheiros, o rumo do porto de salvaçao.”
Asimismo la comunicación más habitual sigue siendo por radio, tanto con puerto como con barcos cercanos o lejanos a través de la onda corta (ayer establecimos contacto con un barco español que se encontraba navegando en la costa de Brasil).

En cuanto a la vida a bordo, hay que tener en cuenta que las condiciones son bastante espartanas ya que tenemos que convivir cinco personas en un espacio reducido las veinticuatro horas del día. Y hay días en que no ves a tu alrededor más que agua y más agua. Cuando aparece un barco supone todo un acontecimiento. Teniendo eso asumido la verdad es que la convivencia está siendo extraordinaria y no hay ningún problema. Todavía nadie se ha alterado y ha sacado el cuchillo (lo digo por algunas pelis que circulan por ahí. Recuerdo ahora mismo una de Polanski que creo que se titula “Cuchillo en el agua” o algo así y otra titulada “Calma total” con una jovencita Nicole Kidman). Yo creo que en estas travesías lo más importante es precisamente eso: tener asumidas las condiciones del viaje y la cabeza preparada para soportarlas. Y una mediana condición física. Cuando las condiciones son buenas nos queda tiempo para charlar, jugar a las cartas o al mentiroso, leer, escribir… o tumbarte y pensar en las personas que quieres mientras ver pasar las nubes, o, simplemente, cerrar los ojos, escuchar el rumor del mar y soñar.

Ahora mismo estamos teniendo una navegación excelente con viento y mar favorable, planeando sobre las olas con puntas de velocidad de hasta veinte nudos (unos 37 km/hora). La tormenta tropical Nadine, ya reducida a borrasca, que acaba de pasar por las islas Azores es la que nos hace llegar estos vientos. Nunca había navegado yo tan rápido. Si las condiciones se mantienen, y parece que va a ser así, llegaremos a Lisboa un poco antes de lo previsto.

Islotes de Pico