sábado, 25 de agosto de 2018

CARLES Y OWEN (2)



La trayectoria de Owen Pallett no es tan dilatada como la de Carles Santos. Pero, sin haber cumplido aún los cuarenta, ha atravesado ya por distintas fases y proyectos como compositor, instrumentista (sobre todo de violín) y vocalista. Y tiene en común con el artista castellonense sus extraordinarias dotes musicales y su continua búsqueda de nuevas formas musicales.

Nació en Toronto, hijo de un organista, y desde pequeño fue adquiriendo una sólida base musical. Compuso su primera pieza para violín con tan sólo trece años. Mientras cursaba estudios en la Universidad de Toronto realizó sus primeras bandas sonoras para películas y videojuegos. En 2005 publicó su primer disco bajo el alias de “Final Fantasy” y en 2006 obtuvo el premio Polaris Music por su álbum “He Poods Clouds”.

Además de su carrera en solitario ha colaborado y compuesto temas para otros grupos como Arcade Fire, R.E.M. o The National. Difícilmente clasificable dentro del panorama musical su música se ha definido como “indie pop” o “pop barroco”. Lo dicho, difícilmente clasificable. En sus actuaciones en directo es donde despliega su gran virtuosismo musical con una puesta en escena que, en alguna medida, tiene puntos de contacto con los conceptos musicales que desarrolla la argentina Juana Molina. Eso sí, con una gran complejidad en sus estructuras musicales en cuanto al ritmo y las armonías, pero sin dejar de transmitir un gran lirismo, algo que está al alcance de muy pocos.

En este tema los continuos cambios de compás, incluso con desfases entre la voz y el instrumento, las transiciones, los sonidos aleatorios… crean una atmósfera aparentemente confusa e inexplicablemente inquietante y atractiva:


Y en directo, en estado puro:


¡Que no pare la música!

viernes, 3 de agosto de 2018

CARLES Y OWEN (1)



Si el verano pasado hablé de Silvia y Juana como dos descubrimientos simultáneos en el mundo de la música algo similar me ha ocurrido estos últimos meses, en este caso con dos hombres, Carles y Owen. A lo que hay que añadir un paralelismo más, También en el caso de Carles, como en el de Silvia, ha sido más bien un redescubrimiento.

Volví a saber de Carles Santos, de quien había perdido la pista hace ya unos años, por la noticia de su fallecimiento, hace unos meses. Noticia que no ocupó más allá de unas pocas líneas en algún medio de comunicación. Tenía 77 años.

Carles Santos nació en Castellón. A los cinco años ya tocaba el piano y con veinte empezó a dar conciertos, convirtiéndose en un pianista virtuoso lo que, sin duda, le habría permitido desarrollar una extraordinaria carrera profesional. Pero su espíritu inquieto le llevó a trasladarse a Estados Unidos donde conoció a John Cage, que marcó su actitud y su futuro artístico. Y de pianista virtuoso pasó a artista polifacético y vanguardista, siempre con propuestas innovadoras y sorprendentes: compositor, intérprete, guionista y director de cine y teatro, escultor, fotógrafo… Pocas facetas del mundo del arte escaparon a su frenética actividad durante más de cinco décadas.

Por ejemplo, de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 todos recordamos la actuación a dúo de Montserrat Caballé y Freddie Mercury pero pocos saben que la composición y dirección del espectáculo musical de ese mismo acto estuvo a cargo de Carles Santos.

A pesar de haber recibido numerosos premios y condecoraciones, tanto en el campo de la música como en el de los espectáculos escénicos, su nombre sólo era reconocido en ambientes y entornos muy reducidos. Podría decirse aquello tan manido de que quizás si hubiese desarrollado su actividad en Nueva York otro gallo habría cantado. Quizás, quién sabe. Lo cierto es que su fallecimiento me ha impulsado a revisar parte de su obra y concluir, sin ningún género de dudas, que Carles Santos era un auténtico genio, acogiéndome a la acepción número 4 de la RAE:
“Capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables.”, a lo que habría que añadir sus extraordinarias facultades como intérprete, que nunca perdió.


Como despedida me quedo con una de sus últimas… lo que sea: en el estreno de uno de sus espectáculos se tumbó en el umbral de la puerta de acceso a la sala obligando a los espectadores a pasar por encima de él, librando su cuerpo, rozándolo o incluso pisándolo, al gusto y decisión de cada uno. Pues eso, que cada uno haga su propia interpretación.


Una pequeña selección de algunas de sus creaciones:




Una de las pocas entrevistas que concedió, en TV3:


Y para finalizar esta auténtica “delicatessen” de su disco “Pianotrack”: