En Junio de
1965, hace ahora cincuenta años, Bob
Dylan publica su disco “Highway 61
Revisited”, con una canción de apertura que lleva por título “Like a rolling stone”. Entre los
músicos que participan en las sesiones de grabación se encuentra Al Kooper, un novato que se ocupa inicialmente
de las guitarras. Pero al realizar la primera toma de este tema le ponen a los
teclados, instrumento que él apenas domina, y con ciertas dificultades consigue
salir del paso, eso sí, entrando tarde con sus acordes en varias ocasiones.
Cuando Dylan escucha la grabación decide no
repetir la toma y dejar la canción tal y como está, entendiendo que esa
“imperfección” se puede convertir en su sonido característico, en “perfección”.
Y ese “riff” ingenuo y desacompasado del órgano Hammond se convertirá, en efecto, en la textura inconfundible y
reconocible que acompañará a la canción en este medio siglo de vida. Una
imperfección más: la excesiva duración de la canción, (más de seis minutos) que
estuvo a punto de provocar su exclusión del disco por parte de la Columbia Records.
El disco
supuso asimismo la electrificación de Dylan,
tan criticada y denostada por los puristas de la música folk que no soportaban
su paso de la guitarra acústica a la eléctrica. Tanto es así que en uno de sus
conciertos de su gira británica, cuando iba a comenzar la interpretación de “Like a rolling stone” una persona entre
el público le gritó:
-
¡Judas! ¡Traidor!
A lo que Dylan, rabioso, contestó:
-
No te creo. Eres un mentiroso.
Y
dirigiéndose a sus músicos, el grupo The
Band:
- ¡Tocad tan fuerte como nunca lo hayáis hecho! (traducción suavizada de su expresión, que incluía
alguna palabra malsonante).
“¿Qué tal sienta
Qué tal sienta
Tener que valerte por ti misma
Sin un hogar
Como una completa desconocida
Como un canto rodado?”
El de
Minnesota tenía veintitrés años. Y probablemente, tal vez, quizás, esta obra
suya imperfecta sea la mejor canción compuesta en el siglo XX. No lo digo yo,
lo dice Sabina.
La canción
original:
Una de las
múltiples versiones, en este caso a cargo de John Cougar Mellencamp, con la curiosidad de Al Kooper, el novato, de nuevo a los teclados: