domingo, 27 de noviembre de 2011

SALIDA AL MONTE

Mi época favorita del año para subir al monte o hacer rutas por entornos naturales es, sin duda, en la que estamos ahora, mediados y finales del otoño. La gran variedad de matices de color, la nitidez de la atmósfera permitiendo visualizar amplias perspectivas, la actividad de la fauna que se afana en prepararse para el invierno que se avecina… en fin, una fiesta para los sentidos. Y el frío que empieza a dejarse notar también ayuda a mover las piernas para entrar en calor.
Mi próxima salida la tengo programada para el jueves festivo 8 de Diciembre. El destino, el Pico Cerredo, en la costa oriental de Cantabria. He planteado un recorrido circular subiendo por el lado Oeste, desde donde se divisa la bahía de Oriñón y el macizo de Monte Candina. Y bajando por el lado Este, a través de Allendelagua o de Cérdigo (según estén las fuerzas), completando el recorrido de retorno a Islares a través de un tramo del Camino de Santiago, cruzando el frondoso hayedo junto a los acantilados.

Ruta

En el recorrido, aparte de la variada vegetación, nos podremos cruzar con rebaños de vacas y caballos salvajes, cabras, águilas majestuosas o buitres provenientes de la cercana buitrera de Candina.

Fauna y flora


Fauna y flora

Si el día está despejado, desde la cumbre del Pico Cerredo llegaremos a divisar la ciudad de Santander por el Oeste y el faro de Cabo Villano en Górliz por el Este.

Pico Cerredo

En cuanto al grado de dificultad, no se trata de un paseo dominguero pero tampoco de una ruta de alta montaña, ni mucho menos. Así que a todos los que os apetezca disfrutar de esta ruta os animo a que os acerquéis a Islares. Al terminar habrá viandas para reponer fuerzas.

Datos técnicos

-       - Fecha de salida: Jueves 8 de Diciembre a las 9.00 h.
-      -  Lugar de salida: Islares, Castro Urdiales (junto a la gasolinera).
-       - Desnivel: 643 metros.
-       - Recorrido: 16 kilómetros aprox.
-       - Duración: 4 - 5 horas.







sábado, 19 de noviembre de 2011

JORNADAS DE REFLEXIÓN

Estas dos últimas semanas nos hemos empachado con los discursos de los candidatos reclamando nuestro voto. Unos, leyendo papeles que, a veces, eran incapaces de descifrar. Otros, más hábiles, leyendo el guión escrito en su cabeza, con más o menos fluidez. Algunos, prometiendo aplicar tres grandes medidas para salir de la crisis de las que ¡horror! sólo eran capaces de acordarse de dos. Y todos ellos con un auditorio a sus espaldas (es la moda del marketing últimamente) más ocupados en atender a la pantallita que les indicaba cuando tenían que aplaudir que en escuchar a su líder. Y cada vez que veía a estos “bustos parlantes” me venía a la mente el discurso que hace unas semanas dio Leonard Cohen en Oviedo con motivo de la entrega de los premios Príncipe de Asturias. http://www.rtve.es/noticias/20111021/premios-principe-asturias-2011/469977.shtml

Sin duda, el mejor discurso que he escuchado en muchos años. Unas palabras pronunciadas desde la sabiduría, desde el corazón y, lo más importante, desde la humildad. Es sobrecogedor escuchar a la persona que ha compuesto e interpretado alguna de las mejores canciones del siglo XX con esa intensidad y emoción. Curiosamente, no es la primera vez que cito a Leonard Cohen en este blog. (Ver entrada “Letras de Canciones”. 27 de Septiembre de 2011).


No hay color.

lunes, 14 de noviembre de 2011

UNA REGATA DE LOCOS

Hace nueve días partió del puerto de Alicante la regata Volvo Ocean Race www.volvooceanrace.com/es/home.htm, regata de veleros vuelta al mundo con escalas.


Se anuncia como la regata más dura en el mundo de la vela. Pero sin restarle mérito alguno, hay que decir que no es así. La regata más exigente es, sin duda, la Vendée Globe, por dos pequeños detalles. En primer lugar, porque no tiene escalas, así que no hay opción de paradas para descansar ni para reparaciones. En segundo lugar, frente a la docena de tripulantes de la Volvo, la Vendée Globe es una regata de navegantes solitarios: un barco/un hombre (o una mujer). La diferencia parece sustancial.
A finales de la década de los sesenta (1968), cuando el hombre estaba a punto de llegar a la luna, nueve hombres zarparon a bordo de sus pequeños barcos de vela para competir en una regata alrededor del mundo en solitario y sin escalas. Esto no se había hecho nunca. Sólo uno regresó: Robin Knox-Johnston (sir Robin), de 28 años, a bordo del Suhaili, un barco de madera de teca.


A sir Robin le pudimos ver cuarenta años más tarde en el puerto de Getxo en la salida y llegada de la regata Velux 5 Oceans (ver entrada Graham Dalton de este blog). Los participantes de aquella regata Golden Globe zarparon sin satélites en órbita que pudieran facilitar su navegación, guiados por el sextante, el sol y las estrellas. Sin sistemas de predicción meteorológica, sin apenas aparatos de comunicación (rudimentarias radios que sólo algunos llevaban y no siempre funcionaban). Con barcos pequeños y artesanos. No eran regatistas. Ni siquiera eran deportistas. Sólo uno cruzó la meta después de diez meses en la mar. Los demás obtuvieron una mezcla de fracaso, infortunio, locura y muerte.
Han pasado poco más de cuarenta años pero en este tiempo el avance en el mundo de la vela ha sido espectacular en todos los sentidos: barcos más rápidos y fiables, nuevos materiales, sistemas de comunicación y de predicción meteorológica, tripulación con un alto grado de preparación física y técnica, patrocinadores, equipos de apoyo… Y sin embargo, curiosamente, el mar sigue imponiendo su ley: en la regata que acaba de iniciarse, a las pocas horas de zarpar dos de estas grandes máquinas de navegar tuvieron que regresar a puerto a causa de los graves desperfectos sufridos por un fuerte temporal. Como decía el gran navegante y escritor Bernard Moitessier, uno de los participantes en aquella mítica regata de locos: “Nunca hay que perder el respeto al mar. El mar, si quiere, siempre te puede.
Buenos vientos para todos. 

lunes, 7 de noviembre de 2011

AMOR A PRIMERA VISTA

Cuando entré en el local la vi al fondo, en una esquina, entre penumbra, como queriendo pasar desapercibida. Pero irradiaba una extraña energía que me hizo acercarme a ella. Se movía con una suave cadencia que la hacía aún más enigmática y atractiva. Cuando estuve junto a ella pude comprobar que el paso de los años le había dejado algunas pequeñas arrugas y cicatrices. Pero mantenía sus curvas sinuosas, su piel caoba, su trenzado perfecto… Fue un auténtico flechazo y de repente me obsesioné con la idea de compartir con ella el resto de mi vida. Quería tenerla siempre cerca y acariciarla, olerla, acurrucarme sobre ella.
Hoy está junto a mí, haciéndome más llevadero el día a día. No puedo dejar de mirarla. Es como un sueño hecho realidad. Sin embargo esta bonita historia tiene un pequeño pero: no está aquí por su voluntad, tuve que pagar para conseguirla, algo que nunca pensé que llegase a hacer. Bueno, nadie es perfecto.
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