jueves, 25 de febrero de 2016

CUESTIÓN DE VIBRATO

Joni Mitchell (Imagen de la revista Rolling Stone)

A veces hay cosas que no te gustan, con las que no puedes bregar, y por más que intentas analizar y descubrir el porqué, resulta una tarea baldía. Eso me ocurrió hace unas décadas con la música y las canciones de Joan Báez. Era toda una figura del folk estadounidense pero, por más que lo intentaba, no podía con ella. Y eso que durante algún tiempo compartió escenarios (y algo más, según algunos cronistas) con uno de mis músicos de cabecera, Bob Dylan. Llegué a pensar si, tal vez, las versiones que hacía de alguno de sus temas podían tener algo que ver con esta inquina, al considerarlo, aunque fuera de manera inconsciente, como un ultraje a las composiciones de Dylan. No llegué a ninguna conclusión definitiva y el tema quedó aparcado durante años.

Hace unos días me metí un “chute” de música folk estadounidense, revisando sobre todo a las intérpretes femeninas: la propia Joan Báez (a ver si insistiendo…), Joni Mitchell, Emmylou Harris… De repente noté un “click” en mi cerebro, se hizo la luz: todo era cuestión de vibrato.

Según la R.A.E.:
Vibrato: Ondulación del sonido producida por una vibración ligera del tono.

El vibrato es una característica vocal que poseen la mayor parte de los cantantes (no solo los de ópera) en mayor o menor medida, esa vibración al final de una frase. Y el vibrato de Joan Báez resulta tremebundo, infinito, excesivo… Al menos para mí. Así que respiré aliviado, por fin había resuelto el enigma de mi animadversión musical hacia la neoyorquina.

“Whe shall overcome” (Joan Báez):


Seguí escuchando canciones. Y al sonar “The circle game” en la voz de Joni Mitchell, canadiense de origen pero afincada desde joven en Estados Unidos, comprobé con estupor que su voz también estaba dotada de un potente vibrato que, sin embargo, no me impedía disfrutar de sus canciones.

“The circle game” (Joni Mitchell):


De un plumazo, mi teoría por los suelos. Así que pido ayuda: por favor, que alguien me explique por qué me irrita el vibrato de Joan Báez y sin embargo me seduce y me acaricia el de Joni Mitchell. ¿Voy a tener que esperar otras dos o tres décadas para descubrirlo?

P.D.: La gran soprano María Callas fue poco a poco perdiendo su vibrato, lo que acompañó al declive de su voz y de su trayectoria profesional.

“Coyote” (Joni Mitchell en directo, en estado puro, en el concierto de despedida de “The Band”):





viernes, 12 de febrero de 2016

JAMONARTE

Nos comentaba hace unos días el responsable de un centro de producción artística cuál era uno de sus mayores retos en esos momentos: conseguir desbloquear en la aduana un paquete que venía desde China, una máquina de tatuajes solicitada por uno de los alumnos que desarrollan sus proyectos artísticos en el centro.

Antes era más sencillo: un lienzo, unas pinturas al óleo o acrílicos, unos pinceles… Pero ahora conseguir satisfacer las necesidades de “material” para los artistas se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza. Pero los retos no acaban aquí.

Hace unos años uno de los alumnos, Kasper Kovitz (Viena, 1968) pidió sangre de buey y dos jamones ibéricos para desarrollar su proyecto. Con la sangre pintó una serie de imágenes que representaban sucesos históricos y en los jamones esculpió los rostros de Miguel de Unamuno y Sabino Arana, dos personajes que desempeñaron un papel importante en la defensa de “lo vasco” aunque desde posiciones opuestas. Kovitz “enfrentó los jamones” y tituló su obra “Carnalitos”, expresión que designa a los amigos de la misma sangre. 


“Carnalitos”, obra de Kasper Kovitz


Bien, los jamones ibéricos no fueron difíciles de conseguir, la sangre de buey un poco más. Pero ahora viene el segundo reto: ¿cómo almacenar y conservar estas obras? Estamos acostumbrados a ver los cuadros de los museos perfectamente ordenados y clasificados en sus archivadores pero ahora ¿habrá que instalar un arcón frigorífico para los jamones?, ¿cómo evitar que se deteriore la sangre de buey?, ¿tendrán que contratar a las religiosas que custodian la sangre incorrupta de San Pantaleón en el Monasterio de la Encarnación?

Archivadores de cuadros

Es solo un ejemplo de lo que, más allá de la pura anécdota, empieza a ser un grave problema en los centros artísticos de vanguardia. Una solución sería asumir por parte de todos, artistas y centros de exhibición, el carácter efímero de estas obras. Otra, sumarse al deseo manifestado recientemente por el conservador de obras del Centro Pompidou de París: “Ojalá hubiese un incendio en los almacenes y desaparecieran todas las obras para poder empezar de cero”.

Os preguntaréis que hizo Kasper Kovitz con el “negativo” de su escultura, es decir, con los descartes del jamón. ¡Buen provecho!