El hierro, sus explotaciones mineras y sus
ferrocarriles. El hilo conductor de nuestra última salida que nos llevó desde
la ensenada de Castro Urdiales hasta el poblado y el túnel de Herreros, en el
límite entre Cantabria y Bizkaia.
El sol no quiso asomarse pero disfrutamos de
una mañana con una temperatura perfecta para sudar la camiseta. Una ruta cómoda
en cuanto a su perfil pero con un buen kilometraje.
En primavera más.
(Pinchando sobre cualquiera de las
fotografías se abre la galería de imágenes.)
Dando la chapa (fotografía de Teresa H.)
Veta de mineral de hierro
Antiguos cargaderos en la ensenada de Castro Urdiales
En nuestra próxima salida de otoño el
recorrido va a seguir el trazado de uno de los antiguos trenes mineros que
trasladaban el mineral de hierro desde las explotaciones de la comarca de las
Encartaciones hasta la costa, para cargarlo en los barcos que lo transportaban
a los núcleos fabriles. En este caso vamos a recorrer parte del trazado del
ferrocarril que unía Traslaviña con el puerto cántabro de Castro Urdiales.
Ubicación
Iniciaremos el recorrido en sentido inverso,
arrancando precisamente de la ensenada de Castro, donde aún quedan vestigios de
los antiguos cargaderos. Y tras atravesar el núcleo urbano con algún paso
sorprendente iremos remontando el trazado tierra adentro a través de Mioño,
Lusa, Santullán y Otañes hasta llegar a las ruinas de algunos poblados mineros.
Recorrido
Por el camino podremos contemplar los restos
de varias instalaciones relacionadas con la explotación y el transporte del
mineral, puentes, túneles y viaductos, a través de suaves laderas y caminos
forestales, cruzando algunas húmedas trincheras forradas de vegetación.
Ensenada de Castro Urdiales
El trazado no presenta dificultad en cuanto a
su desnivel (185 m.), ya que su perfil es sensiblemente horizontal. El
recorrido es de ida y vuelta con una ligera variante al cruzar la villa
marinera de Castro Urdiales. El único reto su longitud, 23 km.
Túnel de Valverde
La salida está programada para el sábado 20
de octubre y al finalizar, para no perder las buenas costumbres, habrá viandas
para reponer fuerzas. Se admiten propuestas y aportaciones.
Datos técnicos
-Fecha
de salida: sábado 20 de octubre, a las 8.30 h.
-Lugar
de salida: Urbanización El Oasis, Islares (junto a la gasolinera), Castro
Urdiales. Desplazamiento en vehículo a Castro Urdiales (7 km.).
La trayectoria de Owen Pallett no es tan dilatada como
la de Carles Santos. Pero, sin haber cumplido aún los cuarenta, ha atravesado
ya por distintas fases y proyectos como compositor, instrumentista (sobre todo
de violín) y vocalista. Y tiene en común con el artista castellonense sus extraordinarias
dotes musicales y su continua búsqueda de nuevas formas musicales.
Nació en Toronto, hijo de un organista, y desde
pequeño fue adquiriendo una sólida base musical. Compuso su primera pieza para
violín con tan sólo trece años. Mientras cursaba estudios en la Universidad de
Toronto realizó sus primeras bandas sonoras para películas y videojuegos. En
2005 publicó su primer disco bajo el alias de “Final Fantasy” y en 2006 obtuvo
el premio Polaris Music por su álbum “He Poods Clouds”.
Además de su carrera en solitario ha colaborado y
compuesto temas para otros grupos como Arcade Fire, R.E.M. o The National.
Difícilmente clasificable dentro del panorama musical su música se ha definido
como “indie pop” o “pop barroco”. Lo dicho, difícilmente clasificable. En sus
actuaciones en directo es donde despliega su gran virtuosismo musical con una
puesta en escena que, en alguna medida, tiene puntos de contacto con los conceptos
musicales que desarrolla la argentina Juana Molina. Eso sí, con una gran
complejidad en sus estructuras musicales en cuanto al ritmo y las armonías, pero
sin dejar de transmitir un gran lirismo, algo que está al alcance de muy pocos.
En este tema los continuos cambios de compás, incluso
con desfases entre la voz y el instrumento, las transiciones, los sonidos
aleatorios… crean una atmósfera aparentemente confusa e inexplicablemente
inquietante y atractiva:
Si el verano
pasado hablé de Silvia y Juana como dos descubrimientos simultáneos en el mundo
de la música algo similar me ha ocurrido estos últimos meses, en este caso con
dos hombres, Carles y Owen. A lo que hay que añadir un paralelismo más, También
en el caso de Carles, como en el de Silvia, ha sido más bien un
redescubrimiento.
Volví a
saber de Carles Santos, de quien había perdido la pista hace ya unos años, por
la noticia de su fallecimiento, hace unos meses. Noticia que no ocupó más allá
de unas pocas líneas en algún medio de comunicación. Tenía 77 años.
Carles
Santos nació en Castellón. A los cinco años ya tocaba el piano y con veinte
empezó a dar conciertos, convirtiéndose en un pianista virtuoso lo que, sin
duda, le habría permitido desarrollar una extraordinaria carrera profesional.
Pero su espíritu inquieto le llevó a trasladarse a Estados Unidos donde conoció
a John Cage, que marcó su actitud y su futuro artístico. Y de pianista virtuoso
pasó a artista polifacético y vanguardista, siempre con propuestas innovadoras
y sorprendentes: compositor, intérprete, guionista y director de cine y teatro,
escultor, fotógrafo… Pocas facetas del mundo del arte escaparon a su frenética
actividad durante más de cinco décadas.
Por ejemplo,
de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 todos
recordamos la actuación a dúo de Montserrat Caballé y Freddie Mercury pero
pocos saben que la composición y dirección del espectáculo musical de ese mismo
acto estuvo a cargo de Carles Santos.
A pesar de
haber recibido numerosos premios y condecoraciones, tanto en el campo de la
música como en el de los espectáculos escénicos, su nombre sólo era reconocido
en ambientes y entornos muy reducidos. Podría decirse aquello tan manido de que
quizás si hubiese desarrollado su actividad en Nueva York otro gallo habría
cantado. Quizás, quién sabe. Lo cierto es que su fallecimiento me ha impulsado a
revisar parte de su obra y concluir, sin ningún género de dudas, que Carles
Santos era un auténtico genio, acogiéndome a la acepción número 4 de la RAE:
“Capacidad mental extraordinaria para crear o inventar
cosas nuevas y admirables.”, a lo que
habría que añadir sus extraordinarias facultades como intérprete, que nunca
perdió.
Como
despedida me quedo con una de sus últimas… lo que sea: en el estreno de uno de
sus espectáculos se tumbó en el umbral de la puerta de acceso a la sala
obligando a los espectadores a pasar por encima de él, librando su cuerpo,
rozándolo o incluso pisándolo, al gusto y decisión de cada uno. Pues eso, que
cada uno haga su propia interpretación.
Una pequeña
selección de algunas de sus creaciones:
Una de las
pocas entrevistas que concedió, en TV3:
Y para
finalizar esta auténtica “delicatessen” de su disco “Pianotrack”:
Red Bull Cliff Diving, Open House, Premios
MTV, The World's 50 Best Restaurants, Best European City… ¿Hablamos de Bilbao?
Sí. Estos son algunos de los “eventos” y reconocimientos programados en nuestra
ciudad para el año 2018. Definitivamente parece que Bilbao ha apostado por entrar
en el circuito de los grandes actos y celebraciones que la sitúen en el mapa
del panorama internacional dotándola de visibilidad. Pero también podríamos
decir que estos son algunos de los eventos y reconocimientos programados, por
ejemplo, para la ciudad de Nantes en 2019, o para la ciudad de Londres en 2020
o…
Esta agenda de la ciudad basada en potentes
hitos de actividad concentrados en unos pocos días y con una gran congregación
de personas por metro cuadrado se justifica por parte de las autoridades
municipales en función de los beneficios económicos que se generan para Bilbao
y de la proyección exterior que facilita la captación, a su vez, de nuevos
eventos, en una continua carrera sin fin. Es una forma de mostrar músculo, es
decir, capacidad de atracción y de organización. Y el balance siempre medido en
cifras, cuanto más altas mejor.
Vaya por delante que he formado parte activa
en la organización de alguno de los eventos mencionados. Y quizás por eso, por
haberlos vivido desde dentro, siento la necesidad de hacer esta reflexión en
voz alta. Reflexión que se traduce en dos inquietudes o dudas fundamentales. En
primer lugar, ¿estos eventos tienen una repercusión y un beneficio real sobre la
generalidad de los habitantes y de las distintas áreas urbanas de la ciudad?
¿Qué queda de todo ello unos días después de su conclusión? Tengo la percepción
de que su influencia es muy limitada, más allá de su repercusión mediática, en
el espacio y en el tiempo. Y que los beneficiarios son únicamente unos sectores
muy concretos, en casi todos los casos los mismos. En segundo lugar, con este
tipo de eventos franquicia, que llegan ya totalmente diseñados, patrocinados y
empaquetados ¿no nos encaminamos hacia una ciudad impersonal, intercambiable
con cualquiera del ámbito europeo o incluso mundial, perdiendo definitivamente
sus señas de identidad histórica y cultural? Si el próximo año nos acercamos a
Londres, o a Nantes, o a Milán, podremos percibir un “déjà vu”, con los mismos
eventos y actividades, que nos puede hacer perder la capacidad de conocer y reconocer
la ciudad en la que estamos.
En un reciente encuentro con un responsable municipal,
a quien le planteábamos un proyecto cultural continuado en el tiempo, de bajo
coste y con pretensiones de hacerlo llegar a un amplio tejido social de nuestra
ciudad, su respuesta fue de una cierta indiferencia ante “algo” que no encajaba
dentro de la “cultura de los eventos”. De hecho en su despedida nos lanzó la
siguiente pregunta: “¿Este año vais a
participar también en XXX (evento de 2017)? Fue una pasada, más de treinta y
cinco mil participantes en la primera edición, todo un éxito”. Toda una
declaración de principios, diría yo.
El día amaneció húmedo y con bruma, pero poco
a poco el cielo se fue abriendo y pudimos disfrutar de una naturaleza
exuberante en nuestro recorrido desde la Puebla Vieja de Laredo hasta la playa
de San Julián en Liendo.
Tras pasar por el barrio de Las Cárcobas, con
su bolera y su pequeña capilla dedicada a la virgen de la Bien Aparecida, la
flora y la fauna (alguno volvió con una buena bolsa de caracoles) de la Sierra
de la Vida nos fueron amenizando el camino, por el interior a la ida y por la
costa a la vuelta, coincidiendo con un tramo del Camino de Santiago.
Completamos la mañana subiendo a la Atalaya desde donde pudimos contemplar una
amplia panorámica de la bahía.
En otoño más.
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fotografías se abre la galería de imágenes.)
Saliendo de Laredo por la puerta de Bilbao
La hora del almuerzo
Tortuga... ¿de monte?
No podían faltar
Olía a queso de...
¿Quién ha apagado el calentador? (Foto de Teresa H.)
El diapiro
(Foto de Teresa H.)
La ensenada de la playa de San Julián, entre el monte del Ahorcado y el monte Candina