martes, 20 de septiembre de 2016

CINCO AÑOS DE ECHONOVEMBERECHO


Era consciente de que aproximadamente por estas fechas se puso en marcha este blog y escribí en él mi primera entrada (o “post”, o artículo…) Así que revisando los archivos… ¡oh, sorpresa!, el 20 de Septiembre de 2011 echonovemberecho soltó amarras con una reflexión arquitectónica titulada “La inspiración de Krier”, hace hoy exactamente cinco años.

Un lustro y 197 entradas después soy plenamente consciente de que este blog “personal” está lejos, muy lejos, de haber conseguido la más mínima repercusión mediática medida en términos o parámetros “google”: seguidores, público, comentarios… No nació con esa intención, aunque esto pueda sonar ahora a justificación o excusa. Pero sí puedo afirmar que echonovemberecho me ha exigido una cierta disciplina (una entrada cada nueve días según la plantilla estadística), un ejercicio de atención y reflexión continua, y me ha permitido una mirada sonriente hacia mi entorno, entre otras cosas.

También me ha hecho comprobar que el paso del tiempo no solo no ha disipado dudas y vacilaciones sino que, por el contrario, ha hecho disminuir las pocas certezas que podía tener sobre los grandes temas del mundo y de la vida. Tal vez por eso haya centrado más mi mirada en las pequeñas cosas, en los detalles que me han ido produciendo satisfacción y emoción en cada momento, pasando de la indeterminación de lo “macro” a la comprensión de lo “micro”.

No creo en los manuales de autoayuda ni en los presuntos logros de eso que se viene llamando “inteligencia emocional”. Así que no voy a caer en la arrogancia de pensar que este blog me ha ayudado a crecer en algo. Y mucho menos en la ilusión o en la ficción de que pueda haber servido a alguien de “ahí afuera”. Diré, simplemente, que me he divertido. Que hace cinco años con echonovemberecho empezó una bonita aventura. Y alguna historia más.

martes, 13 de septiembre de 2016

EN EL SÓTANO


Hace unos meses el cineasta austríaco Ulrich Seidl estrenó su nuevo documental, “En el sótano”, donde desvela qué ocultan sus compatriotas debajo de sus impolutos hogares. En esos espacios a los que se accede a través de una estrecha y empinada escalera mal iluminada parece que nada bueno puede ocultarse. No hay prohibiciones ni tabúes y en ellos se puede dar rienda suelta a todo tipo de fantasías y perversiones, ya sea en forma de objetos y utensilios almacenados o en actividades “retorcidas” lejos de las miradas de los demás.

Dice Juan Eduardo Cirlot en su “Diccionario de símbolos”: “Una escalera que comunica con un nivel inferior al del suelo es siempre un símbolo de apertura hacia lo infernal”. Esos lugares subterráneos de las viviendas provocan un “yuyu” del que la literatura y el cine se han aprovechado para la ambientación de sus historias de terror, horror y actos viciosos varios. Junto con los desvanes (unos abajo y otros arriba), y apartados de lo que sí mostramos a los demás, recogen esa parte subconsciente y oscura del ser humano. “Psicosis”, “El sótano del miedo”, “Memorias del subsuelo”, “Drácula”, “Captivity”, “Secreto tras la puerta”, “La torre de los siete jorobados”, “La escalera de caracol” y tantos y tantos otros, son títulos que se adscriben a esta tendencia de los submundos ocultos dentro de los hogares “normales”.

El caso es que los arquitectos, tal vez por un exceso de celo profesional, nos empeñamos últimamente en diseñar sótanos en las viviendas en los que apenas percibimos esa sensación de estar bajo el nivel del suelo. Nos las ingeniamos para darles ventilación, hacerles llegar luz natural, los revestimos y los amueblamos como si de una dependencia más de la casa se tratara. Y además les damos usos confesables: sala de cine, txoko, gimnasio, bodega… Craso error. Catarsis, prohibición, infierno, crimen, terror… Esos sótanos deben ser lugares constructivamente inacabados y funcionalmente indefinidos. Espacios para ser habitados por seres malignos o para convertirse en escenarios de acciones criminales y tendencias psicóticas. Submundos “normales”.

¿Quién me acompaña al sótano?