Ordenador
Amstrad CPC 464
El
CD cumple treinta años. Este
aniversario me hace recordar aquellos años
heroicos en los que a nuestra generación le tocó dar el salto de lo
analógico a lo digital, de lo manual a la programación y los comandos.
Mi
primer ordenador fue un Amstrad CPC 464
de color negro: una pantalla o monitor cabezón y un teclado que incluía un
habitáculo para una cinta de cassette. Mis primeros balbuceos en este nuevo
mundo fructificaron en el desarrollo de un programita para armado de vigas a
través del lenguaje Basic. Todo un
logro con el que incluso conseguía dibujar una sencilla sección de ese elemento
constructivo… si es que la cinta no se atascaba.
Pero
todo lo que conseguías materializar
en este nuevo mundo se quedaba ahí, en el limbo del ordenador. Las impresoras y
plotters tardaron un tiempo en llegar, y entonces comenzó otra gran batalla, la
de la conexión. Lo que hoy se resuelve con un sencillo cable USB (o de forma
inalámbrica) y una pulsación sobre el comando Imprimir, en aquel momento suponía una
ardua tarea de prueba y error a través de complejos comandos y órdenes que
copiábamos de un grueso manual. Después tocaba esperar y cruzar los dedos para
que la enorme impresora matricial se desperezara e iniciase su labor bajo un
ruido ensordecedor. Cuando llegaron los plotters, media oficina se arremolinaba
a su alrededor para alucinar con el
rápido movimiento de sus plumillas sobre el rollo de papel.
Mi
primer contacto con un programa de dibujo fue a través de Autocad (programa de referencia en la actualidad), desarrollando el
diseño de unos elementos de mobiliario urbano para playas. El trazado de cada
línea suponía una compleja introducción de datos a través de coordenadas. De
color nada. Pantalla monocromo, por supuesto.
Y
qué decir de la comunicación entre máquinas, eso que hoy hacemos de forma
habitual pulsando sobre el comando Enviar.
Pasaron unos años hasta que una mañana de invierno, y gracias a la habilidad de
un ingeniero cerebrillo, lanzamos un mensaje que debía cruzar, a través del
espacio digital, desde Bilbao hasta Valencia. Nos fuimos a comer, volvimos a la
oficina y estuvimos en tensión esperando una llamada telefónica. A última hora
de la tarde el teléfono sonó: un pequeño salto en la geografía española pero un
gran salto para nuestra confianza en el nuevo mundo digital que acababa de
nacer. Arrinconamos definitivamente la mesa de dibujo, el paralex y los
rotrings. Las máquinas de escribir se convirtieron en objeto de anticuario. Empezaba
una nueva era y nos tocó estar ahí.
2 comentarios:
Mírate ahora, escribiendo en tu blog!! :D
A mí me pilló la era diskette y el Corel que algunos os empeñáis en usar todavía, jaja.
Igual futuras generaciones me preguntarán: "Amama, ¿y tú usabas Mac??"
El diskette era ya algo "muy avanzado". Así que te perdiste el cassette y el floppy disk.
Para llegar a amama ya sabes que antes tienes que ser ama ¿no? Pues nada, a la tarea.
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