martes, 9 de octubre de 2012

BALBUCEOS DIGITALES


Ordenador Amstrad CPC 464

El CD cumple treinta años. Este aniversario me hace recordar aquellos años heroicos en los que a nuestra generación le tocó dar el salto de lo analógico a lo digital, de lo manual a la programación y los comandos.

Mi primer ordenador fue un Amstrad CPC 464 de color negro: una pantalla o monitor cabezón y un teclado que incluía un habitáculo para una cinta de cassette. Mis primeros balbuceos en este nuevo mundo fructificaron en el desarrollo de un programita para armado de vigas a través del lenguaje Basic. Todo un logro con el que incluso conseguía dibujar una sencilla sección de ese elemento constructivo… si es que la cinta no se atascaba.

Pero todo lo que conseguías materializar en este nuevo mundo se quedaba ahí, en el limbo del ordenador. Las impresoras y plotters tardaron un tiempo en llegar, y entonces comenzó otra gran batalla, la de la conexión. Lo que hoy se resuelve con un sencillo cable USB (o de forma inalámbrica) y una pulsación sobre el comando Imprimir, en aquel momento suponía una ardua tarea de prueba y error a través de complejos comandos y órdenes que copiábamos de un grueso manual. Después tocaba esperar y cruzar los dedos para que la enorme impresora matricial se desperezara e iniciase su labor bajo un ruido ensordecedor. Cuando llegaron los plotters, media oficina se arremolinaba a su alrededor para alucinar con el rápido movimiento de sus plumillas sobre el rollo de papel.

Mi primer contacto con un programa de dibujo fue a través de Autocad (programa de referencia en la actualidad), desarrollando el diseño de unos elementos de mobiliario urbano para playas. El trazado de cada línea suponía una compleja introducción de datos a través de coordenadas. De color nada. Pantalla monocromo, por supuesto.

Y qué decir de la comunicación entre máquinas, eso que hoy hacemos de forma habitual pulsando sobre el comando Enviar. Pasaron unos años hasta que una mañana de invierno, y gracias a la habilidad de un ingeniero cerebrillo, lanzamos un mensaje que debía cruzar, a través del espacio digital, desde Bilbao hasta Valencia. Nos fuimos a comer, volvimos a la oficina y estuvimos en tensión esperando una llamada telefónica. A última hora de la tarde el teléfono sonó: un pequeño salto en la geografía española pero un gran salto para nuestra confianza en el nuevo mundo digital que acababa de nacer. Arrinconamos definitivamente la mesa de dibujo, el paralex y los rotrings. Las máquinas de escribir se convirtieron en objeto de anticuario. Empezaba una nueva era y nos tocó estar ahí.

2 comentarios:

Amaia Ballesteros dijo...

Mírate ahora, escribiendo en tu blog!! :D

A mí me pilló la era diskette y el Corel que algunos os empeñáis en usar todavía, jaja.
Igual futuras generaciones me preguntarán: "Amama, ¿y tú usabas Mac??"

Bernardo I. García de la Torre dijo...

El diskette era ya algo "muy avanzado". Así que te perdiste el cassette y el floppy disk.

Para llegar a amama ya sabes que antes tienes que ser ama ¿no? Pues nada, a la tarea.