viernes, 5 de agosto de 2016

THE GALWAY GIRL


La primera vez que escuché esta canción:

“Whiskey in the jar”:


de inmediato le puse la etiqueta de “música country”. Error, era música irlandesa. Me equivoqué, pero no del todo…

La patata llegó a Europa procedente de Sudamérica en el siglo XVI. Tres siglos después, a mediados del siglo XIX, la aparición de una plaga en su planta provocó lo que se conoce como “la gran hambruna irlandesa”, una situación de falta de alimento agravada por la actitud de los terratenientes británicos, que se extendió varios años y que causó la muerte a más de dos millones de irlandeses. Otros dos millones decidieron emigrar a un país que aún se estaba formando, los Estados Unidos de América, en unas duras travesías atlánticas que también dejaron por el camino un buen número de víctimas. Ahora son más de cuarenta millones los estadounidenses con ascendencia irlandesa.

No podían llevar mucho encima, pero la música no ocupaba lugar. Y desde su desembarco en el Este del nuevo territorio fueron viajando hacia el Oeste con sus canciones y sus instrumentos. Canciones que se fueron combinando con otras formas musicales afroamericanas ya arraigadas en Norteamérica, como el blues, y la música espiritual y religiosa, como el gospel. Derivando, ya a comienzos del siglo XX, en lo que hoy conocemos como “música country”. Así que, de alguna forma, la patata fue protagonista en ese viaje de ida y vuelta a través del Atlántico que provocó la aparición de un nuevo género musical.

A finales del pasado siglo XX un músico estadounidense, Steve Earle, viajó a Irlanda en busca, precisamente, de esas raíces tradicionales. Recaló en Galway, ciudad situada en la costa Oeste. Y en uno de sus paseos tuvo un encuentro, breve pero intenso, con una chica del lugar, que le inspiró la canción titulada “The Galway girl”. La grabó con músicos irlandeses y la incluyó en el álbum “Trascendental Blues” que se publicó en el año 2000. La canción se hizo muy popular en Irlanda hasta convertirse en una especie de “canción himno” que suena a diario en los “pubs” y que supone, de alguna forma, ese punto de encuentro entre la música popular irlandesa y la música country estadounidense.

Con todo mi respeto y admiración hacia su creador, Steve Earle, me quedo con la versión de un grupo irlandés, The Kilkennys. ¡Viva la patata!

The Galway girl:


The Galway girl

“Bueno, fui a dar un paseo por el largo y viejo camino un día...
Me encontré con una pequeña chica y nos paramos a charlar, un buen día...
Y te pregunto amigo, qué puede hacer un tío,
porque su pelo era negro y sus ojos azules,
y allí mismo supe que estaba en mitad de un torbellino,
girando en el paseo a Salthill con una chica de Galway.

Estábamos a mitad de camino cuando vino la lluvia, un día...
y ella me invitó a ir a su piso en el centro, un buen día...
Y te pregunto amigo, qué puede hacer un tío,
porque su pelo era negro y sus ojos azules,
así que la cogí de la mano y la hice girar sobre sí misma,
y perdí mi corazón por una chica de Galway.

Cuando me desperté estaba completamente solo,
con el corazón roto y un billete a casa,
y te pregunto ahora, dime qué hubieras hecho tú,
si su pelo era negro y sus ojos azules,
He viajado mucho, he estado por todo este mundo,
chicos, nunca he visto nada igual a la chica de Galway.”

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante y esclarecedor lo que cuentas. Es posible que esta canción esté en alguna película? Al escucharla me ha parecido pero no sé en cual. Saludos y buen verano.
Luis.

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Tienes razón. "The Galway girl" aparece en la película "Postdata: Te quiero" (P.S. I love you), interpretada por el protagonista Gerard Butler. La película no es gran cosa.

Saludos.

El najo dijo...

Me gusta la música country, es alegre y del pueblo, otra historia donde nuestra patata tuvo su importancia para crear nuevos ritmos, muy interesante, saludos!!

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Pues sí, se ve que la patata ha estado en el origen de muchas historias. De ésta me enteré viajando por Irlanda ¡Saludos por Islares!