domingo, 13 de enero de 2013

ARQUITECTURA PARLANTE


Hacer hablar a los edificios de forma literal, es decir, mediante inscripciones y textos sobre sus paramentos, no es algo que se acabe de inventar en el campo de la arquitectura. Ya los romanos, por ejemplo, esculpían letras sobre las piedras con las que levantaban sus edificaciones y construcciones. La columna Trajana, erigida en la segunda centuria antes de Cristo, contiene el mejor ejemplo del alfabeto clásico romano. Letras maravillosas, dibujadas con un pincel sobre la misma piedra y esculpidas posteriormente. Letras que se convirtieron en el modelo formal de nuestro sistema alfabético de mayúsculas. Así pues, hasta aquí nada nuevo bajo el sol.

En estos últimos años parece haberse retomado esta práctica, cambiando el soporte utilizado en la antigüedad y pasando de la pesada piedra al ligero y transparente vidrio. La tecnología actual permite, a un coste razonable, la incorporación de cualquier tipo de grafismo a través de diversos mecanismos. Una moda más a la que un buen número de profesionales de la arquitectura se apunta. Y, como siempre ocurre con cualquier herramienta de diseño, su utilización puede llevar a buenos, regulares o malos resultados. Quitemos los regulares. Si no es bueno es malo.

He comentado alguna vez que los caminos de los proyectos son inescrutables. Yo creo que todo vale, dependiendo del resultado final. Conozco grandes proyectos que han partido de una idea tan peregrina como la reinterpretación de un cruasán. Y otros, que tras sesudas y racionales disquisiciones culminan en un auténtico fiasco constructivo. Por tanto, fuera prejuicios a la hora de plantearse las claves del proyecto a desarrollar.

En nuestra ciudad, en Bilbao, dos proyectos de reciente construcción han partido de una premisa similar. Precisamente ese concepto de arquitectura parlante a través de la incorporación de textos en sus fachadas de vidrio. Y el planteamiento inicial parece bastante razonable en ambos casos: una biblioteca y un archivo. Curiosamente a los dos edificios les separan apenas quinientos metros, así que resulta cómodo darse un paseo, observar y comparar. Un mismo criterio, una misma tecnología, un arquitecto o equipo de arquitectos detrás y… una enorme diferencia en el resultado final. Lo que indica que no es tan sencillo llegar a buen puerto aunque el barco de las ideas parezca sólido. Depende mucho del patrón que lo gobierna.

No sé cuál será la próxima moda o el próximo revival, pero seguro que nos servirá para seguir separando el polvo de la paja. “Alea jacta est”

4 comentarios:

José Luis Ferreira dijo...

Fíjate que había leído Arquitectura P'alante. ¿No nos pones fotos de los edificios?

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Ese título también podría valer, muy bueno. Lo de no poner fotos ha sido premeditado, claro, para que el personal los vea "in situ" y saque sus conclusiones. Este tipo de "arquitectura p'alante" es difícil captarla bien con la cámara y varía mucho según las condiciones de iluminación. Para más información tendrás que leer nuestro próximo libro (qué malo soy). Puedes ver imágenes en: http://11870.com/pro/biblioteca-foral-bizkaia/media/652060f y en: http://www.uxama.com/noticia_detalle.php?id_noticias=15

Anónimo dijo...

Yo estoy esperando la continuación del libro. La espera se hace larga. Ánimo y a seguir produciendo, letra impresa o digital, ambas satisfacen. Un saludo.

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Si para ti la espera se hace larga, imagínate para nosotros, que somos los primeros en querer verlo ya en las estanterías. Siempre lleva más trabajo del que en un principio se había previsto. Quizás seamos excesivamente minuciosos, no lo sé. También el hecho de ser una edición propia requiere un mayor esfuerzo incluso en el apartado económico. Pero el parto se va a producir pronto, ya empieza a asomar la cabecita y en unos pocos meses romperá a llorar y lo podremos coger entre nuestras manos.
Gracias por el interés, Anónimo.