Hacer hablar a los edificios de forma
literal, es decir, mediante inscripciones y textos sobre sus paramentos, no es
algo que se acabe de inventar en el campo de la arquitectura. Ya los romanos,
por ejemplo, esculpían letras sobre las piedras con las que levantaban sus
edificaciones y construcciones. La columna Trajana, erigida en la segunda
centuria antes de Cristo, contiene el mejor ejemplo del alfabeto clásico
romano. Letras maravillosas, dibujadas con un pincel sobre la misma piedra y
esculpidas posteriormente. Letras que se convirtieron en el modelo formal de
nuestro sistema alfabético de mayúsculas. Así pues, hasta aquí nada nuevo bajo
el sol.
En estos últimos años parece haberse retomado
esta práctica, cambiando el soporte utilizado en la antigüedad y pasando de la
pesada piedra al ligero y transparente vidrio. La tecnología actual permite, a
un coste razonable, la incorporación de cualquier tipo de grafismo a través de
diversos mecanismos. Una moda más a la que un buen número de profesionales de
la arquitectura se apunta. Y, como siempre ocurre con cualquier herramienta de
diseño, su utilización puede llevar a buenos, regulares o malos resultados.
Quitemos los regulares. Si no es bueno es malo.
He comentado alguna vez que los caminos de
los proyectos son inescrutables. Yo creo que todo vale, dependiendo del
resultado final. Conozco grandes proyectos que han partido de una idea tan
peregrina como la reinterpretación de un cruasán. Y otros, que tras sesudas y
racionales disquisiciones culminan en un auténtico fiasco constructivo. Por
tanto, fuera prejuicios a la hora de plantearse las claves del proyecto a
desarrollar.
En nuestra ciudad, en Bilbao, dos proyectos
de reciente construcción han partido de una premisa similar. Precisamente ese
concepto de arquitectura parlante a
través de la incorporación de textos en sus fachadas de vidrio. Y el
planteamiento inicial parece bastante razonable en ambos casos: una biblioteca
y un archivo. Curiosamente a los dos edificios les separan apenas quinientos
metros, así que resulta cómodo darse un paseo, observar y comparar. Un mismo
criterio, una misma tecnología, un arquitecto o equipo de arquitectos detrás y…
una enorme diferencia en el resultado final. Lo que indica que no es tan
sencillo llegar a buen puerto aunque el barco de las ideas parezca sólido.
Depende mucho del patrón que lo gobierna.
No sé cuál será la próxima moda o el próximo revival, pero seguro que nos servirá
para seguir separando el polvo de la paja. “Alea
jacta est”.
4 comentarios:
Fíjate que había leído Arquitectura P'alante. ¿No nos pones fotos de los edificios?
Ese título también podría valer, muy bueno. Lo de no poner fotos ha sido premeditado, claro, para que el personal los vea "in situ" y saque sus conclusiones. Este tipo de "arquitectura p'alante" es difícil captarla bien con la cámara y varía mucho según las condiciones de iluminación. Para más información tendrás que leer nuestro próximo libro (qué malo soy). Puedes ver imágenes en: http://11870.com/pro/biblioteca-foral-bizkaia/media/652060f y en: http://www.uxama.com/noticia_detalle.php?id_noticias=15
Yo estoy esperando la continuación del libro. La espera se hace larga. Ánimo y a seguir produciendo, letra impresa o digital, ambas satisfacen. Un saludo.
Si para ti la espera se hace larga, imagínate para nosotros, que somos los primeros en querer verlo ya en las estanterías. Siempre lleva más trabajo del que en un principio se había previsto. Quizás seamos excesivamente minuciosos, no lo sé. También el hecho de ser una edición propia requiere un mayor esfuerzo incluso en el apartado económico. Pero el parto se va a producir pronto, ya empieza a asomar la cabecita y en unos pocos meses romperá a llorar y lo podremos coger entre nuestras manos.
Gracias por el interés, Anónimo.
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