En un proyecto de rehabilitación de un
edificio histórico tuvimos que acometer el apartado de su iluminación exterior
que se llevaba, por cierto, una cantidad de euros nada despreciable. Este
capítulo recibe el nombre técnico de “iluminación
espectacular”, denominación ya de por sí bastante significativa.
¿Cuatro focos y una docena de lámparas de leds?
Aunque pueda parecer lo contrario no es sencillo iluminar exteriormente un
edificio, iluminarlo bien. Y a los resultados me remito. Iluminar bien un
edificio supone tener un conocimiento de sus materiales, de su color, de su
textura. Así como de su volumetría, de sus huecos. En definitiva, de su piel.
¿O acaso un buen fotógrafo no tiene en cuenta todos estos factores cuando
intenta sacar el máximo partido del cuerpo humano con su cámara?
El adjetivo “espectacular” esconde el pecado en el que caemos habitualmente.
Siempre se habla de realzar el
edificio (o el puente, o la muralla…) Pero en la mayoría de los casos (salvo
honrosas excepciones) lo que conseguimos es matarlo, convertirlo en cartón-piedra: o exceso de watios, o luz
con color inadecuado, o formación de sombras que el edificio nunca generaría.
Dos ejemplos cercanos en nuestra ciudad,
Bilbao. El Teatro Arriaga (1890), a la entrada del Casco Viejo, luce en su
perímetro unas potentes columnas pobladas de vigorosos focos que apuntan
amenazadores hacia su víctima. El resultado, una fachada amarillenta, plana e
insípida. Nada que ver con la prestancia del edificio a plena luz del día. Sin
embargo el Museo Guggenheim (1997), aguas abajo, mantiene en las horas nocturnas
su volumetría (“la alcachofa
californiana”, como fue definido en su día por un colega), sus cambiantes
escamas, sus reflejos. Y no recibe ningún tipo de iluminación exterior
específica salvo la de su entorno inmediato: farolas, edificios, vehículos… Es
cierto, su piel metálica ayuda. Pero aun así se podía haber caído en la
tentación de meterle unos buenos cañonazos de luz a la salud de Frank Gehry.
Teatro Arriaga
Pero además, ¿por qué tiene que estar un
edificio iluminado por la noche? ¿Acaso no tiene también derecho al descanso, a
adormecerse y pasar desapercibido durante unas horas? En definitiva, pienso que
la mejor iluminación espectacular
para los edificios es… la que no existe.
5 comentarios:
Es cierto, a veces se pasan de iluminación y convierten los edificios en el Portal de Belén.
Por cierto, he descubierto lo que son las luces "leds" en mi futura cocinita. Al pasar la mano, se encenderán o se apagarán :)
Una cocina "inteligente"...¡Qué yuyu! ¿Y cocina sola las patatas a la riojana?
Jaja... no creo. Pero lo voy a preguntar. Igual se puede programar :)
Para los dos tertulianos. Para los amantes de la fotografía, vídeo, etc. Os adjunto una dirección web interesante ,desde el criterio de un lego en la materia http://www.enriquepacheco.com/
Ya tenía alguna referencia de Enrique Pacheco. Sus fotos y vídeos son visualmente muy atractivos.
Por cierto, lo de "tertulianos" suena un poco regular ¿no? Además a nosotros no nos pagan.
Saludos, Gonzalo, alias Talo.
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