miércoles, 11 de julio de 2012

ARQUITECTURAS ILUMINADAS


En un proyecto de rehabilitación de un edificio histórico tuvimos que acometer el apartado de su iluminación exterior que se llevaba, por cierto, una cantidad de euros nada despreciable. Este capítulo recibe el nombre técnico de “iluminación espectacular”, denominación ya de por sí bastante significativa.
¿Cuatro focos y una docena de lámparas de leds? Aunque pueda parecer lo contrario no es sencillo iluminar exteriormente un edificio, iluminarlo bien. Y a los resultados me remito. Iluminar bien un edificio supone tener un conocimiento de sus materiales, de su color, de su textura. Así como de su volumetría, de sus huecos. En definitiva, de su piel. ¿O acaso un buen fotógrafo no tiene en cuenta todos estos factores cuando intenta sacar el máximo partido del cuerpo humano con su cámara?
El adjetivo “espectacular” esconde el pecado en el que caemos habitualmente. Siempre se habla de realzar el edificio (o el puente, o la muralla…) Pero en la mayoría de los casos (salvo honrosas excepciones) lo que conseguimos es matarlo, convertirlo en cartón-piedra: o exceso de watios, o luz con color inadecuado, o formación de sombras que el edificio nunca generaría.
Dos ejemplos cercanos en nuestra ciudad, Bilbao. El Teatro Arriaga (1890), a la entrada del Casco Viejo, luce en su perímetro unas potentes columnas pobladas de vigorosos focos que apuntan amenazadores hacia su víctima. El resultado, una fachada amarillenta, plana e insípida. Nada que ver con la prestancia del edificio a plena luz del día. Sin embargo el Museo Guggenheim (1997), aguas abajo, mantiene en las horas nocturnas su volumetría (“la alcachofa californiana”, como fue definido en su día por un colega), sus cambiantes escamas, sus reflejos. Y no recibe ningún tipo de iluminación exterior específica salvo la de su entorno inmediato: farolas, edificios, vehículos… Es cierto, su piel metálica ayuda. Pero aun así se podía haber caído en la tentación de meterle unos buenos cañonazos de luz a la salud de Frank Gehry. 
Teatro Arriaga
Pero además, ¿por qué tiene que estar un edificio iluminado por la noche? ¿Acaso no tiene también derecho al descanso, a adormecerse y pasar desapercibido durante unas horas? En definitiva, pienso que la mejor iluminación espectacular para los edificios es… la que no existe.

5 comentarios:

Amaia Ballesteros dijo...

Es cierto, a veces se pasan de iluminación y convierten los edificios en el Portal de Belén.

Por cierto, he descubierto lo que son las luces "leds" en mi futura cocinita. Al pasar la mano, se encenderán o se apagarán :)

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Una cocina "inteligente"...¡Qué yuyu! ¿Y cocina sola las patatas a la riojana?

Amaia Ballesteros dijo...

Jaja... no creo. Pero lo voy a preguntar. Igual se puede programar :)

Talo dijo...

Para los dos tertulianos. Para los amantes de la fotografía, vídeo, etc. Os adjunto una dirección web interesante ,desde el criterio de un lego en la materia http://www.enriquepacheco.com/

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Ya tenía alguna referencia de Enrique Pacheco. Sus fotos y vídeos son visualmente muy atractivos.
Por cierto, lo de "tertulianos" suena un poco regular ¿no? Además a nosotros no nos pagan.
Saludos, Gonzalo, alias Talo.