La concesión del Premio Príncipe de Asturias
de las Artes al arquitecto navarro Rafael Moneo me lleva a viajar en el tiempo,
a mi época de estudiante universitario en Valladolid. Recuerdo con nitidez
aquella conferencia en la que Moneo, que empezaba a destacar (si no recuerdo
mal acababan de concluir las obras del Museo de Arte Romano de Mérida), habló
sobre su concepto de la arquitectura, su actitud ante la profesión, ante el
desarrollo de un proyecto. Y sobre los cimientos
de sus obras en la historia de la arquitectura y del arte en general. No
proyectó ninguna diapositiva, ninguna imagen. Ni leyó ningún papel. Sentado
como si estuviera en el sofá de su casa, en esa postura encorvada tan peculiar,
nos fue transmitiendo su emoción sobre el hecho de proyectar. Me sorprendió su
pudor cuando se refería a alguna de sus obras. Parecía como si no quisiera
hacerlo, como si pensara que tal vez otro arquitecto podría haberlo hecho mejor.
Pero eso no rebajaba su convicción, su pasión. Cuando salí de aquella
conferencia pensé: “De mayor quiero ser como Moneo”.
También recuerdo un comentario del profesor
Simón Marchán, profesor de Estética aquel año en la Escuela de Arquitectura (un
lujo, por cierto) refiriéndose a Moneo: “Es el arquitecto europeo más lúcido.”
No voy a glosar aquí la obra de Rafael Moneo,
suficientemente conocida y divulgada además estos días. Su labor profesional,
desde la humildad, desde la reflexión al acometer cada uno de sus proyectos y
desde la intensidad, ha sido extraordinaria. Un arquitecto aparentemente sin estilo, que se ha enfrentado a cada proyecto con
una gran capacidad de análisis, desarrollando unas obras formalmente intensas y
funcionalmente adecuadas.
Hoy, treinta años después de aquella
conferencia, sigo pensando lo mismo: “De mayor quiero ser como Moneo”.
4 comentarios:
No hace falta que seas como él, tú ya eres un buen arquitecto y orgullosa estoy de tener un padre así! Hasta mañana.
Podría pensar que "alguien le va a pedir la paga a alguien". Pero no lo pienso. Muxus.
He leído que Moneo acaba de cumplir 75 años y sigue en activo. Parece que los arquitectos son muy longevos profesionalmente hablando. Estoy pensando en Foster, Gehry que rondan los 80.
Tienes razón, al menos en lo que respecta a los arquitectos de "renombre". Tal vez tenga que ver con lo que decía otro grande, Louis Kahn: "Los arquitectos no empiezan a hacer buenos proyectos hasta que cumplen 50 años." Por tanto los 75 sería la edad de madurez profesional. O sea que algunos...aún estamos empezando.
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