Hace unos días pasó por Bilbao, discreto, con
su guitarra, sin montajes mediáticos, uno de los grandes cantautores y poetas
españoles, Pablo Guerrero. Nacido en Extremadura pero afincado desde muy joven
en Madrid, ha sido y es un hombre con una gran inquietud musical y en búsqueda
permanente. Con cuarenta y cinco años de trayectoria musical a sus espaldas
desgranó algunas de sus viejas canciones y otras que sigue componiendo.
De su disco “Porque amamos el fuego”, la canción “Dulce muchacha triste”:
La
recuerdo muy bien y no porque en sus labios
se
trajera cerezas de los valles del Jerte,
sino
porque, ya ves, tenía en sus zapatos,
polvo
de todos los caminos.
La
recuerdo muy bien tan solo su mirada
era el
lugar del mundo donde no había un Vietnam.
Viajaba
en su mochila una andadura larga
y un
libro de poemas mira tú.
Dulce
muchacha triste recorría caminos
en
busca de una risa en donde descansar.
Tenía en
su mente una ciudad con columpios de agua
y
mercados de arena en las esquinas.
“Hace
tiempo, le dije, que cortaron al hombre
una
antigua costumbre de volar que tenía:
solo
seremos nuestros el día que consigamos
ver
nacer a los niños con alas.”
Dibujó un
barco azul sobre un mar amarillo
y me lo
regaló oculto en una concha.
Después
se fue. No he podido encontrarla
en
ningún sitio del aire y de la tierra.
No sé
bien qué fue de ella. Un amigo me dijo
que
murió cuando supo que no es un rock la vida.
Otros me
aseguraron que envejeció de pronto
y se
paró a dormir al lado de un camino.
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