Coordenadas: 38º42’08.34’’N / 09º10’00.93’’W
“¡Tierra! ¡tierra! Aunque mejor diría ¡cielo!
¡cielo!, porque sin duda estamos en el paraje de la famosa Lisboa.” Miguel de
Cervantes.
Estamos en
Lisboa, en la ciudad luminosa. En efecto, estos últimos días han sido de
navegación rápida con algún fuerte aguacero. La tormenta tropical, que se ha
reactivado y nos ha tenido en tensión los últimos días, finalmente se ha
desplazado hacia el sur. Hay un factor que en estas travesías es determinante
aunque casi imperceptible: las corrientes marinas. Y en este último tramo lo
hemos notado. Piensas siempre en el viento como el único elemento impulsor del
barco pero las corrientes, cuando son intensas como en este caso, aceleran o
frenan la velocidad de forma sorprendente.
Navegando al amanecer
La pesca ha
seguido a buen nivel. Según Guillermo, el experto en este tema, hemos pescado
un bocanegra (me recuerda algo al
cabracho), un peixe-porco (carne
deliciosa) y ya cerca de la costa peninsular un atum.
Me gusta
entrar a las ciudades desde el mar. Se tiene una percepción muy diferente,
quizás más global, de su perfil, de su crecimiento. Además, la aproximación es
lenta lo que te permite ir captando casi hasta su historia: la ciudad antigua
abajo, junto al puerto; las torres de las iglesias o los conventos; los barrios
altos; las fortificaciones o castillos en las colinas… Al fin y al cabo en las
ciudades con puerto era ésta precisamente la forma habitual de llegar a ellas,
desde el mar. Y Lisboa tiene la peculiaridad añadida de que te adentras en un
río, en el estuario del Tajo, pasando bajo el puente 25 de Abril.
Lisboa. Durmiendo bajo el puente.
Nuestro
final de viaje: escuchando la música del fado, con una copa de vinho do Porto en la mano, en el Barrio
Alto. No sabemos muy bien si es una despedida, si nos volveremos a
encontrar. Tal vez sí, tal vez no. Cada uno seguirá su camino y quizás algún
día, en algún puerto… Y si no, siempre nos quedará este viaje.
Quedan cosas
sin apuntar en estas crónicas: las lapas, los cielos o los faros (os faroles) del Atlántico…
Desde el faro del fin… de Faial
He buscado
entre todas las fotografías una que, de alguna manera, resumiese este viaje,
esta travesía. Y la que he escogido probablemente no es ni la más espectacular
ni la más vistosa. Pero para mí es la imagen más
evocadora. La hice al atardecer, en la bahía de Porto Pim, en Faial. Me sucedió
un poco como a José Azevedo cuando hizo su foto de la ira de Neptuno. Hasta que volví a verla de nuevo no fui
consciente de que en esa imagen estaba todo el universo del mar pero,
curiosamente, sin aparecer el mar (en cine sería algo así como una elipsis
¿no?). Está el mar en la mirada de la mujer, en su vestido azul. Está la casa,
el hogar, en esa ventana que parece flotar sobre la pared blanca. Y está la
tierra, la roca oscura sobre la que se asienta todo. Podría titularla “Penélope”, pero prefiero llamarla “Donna di Porto Pim”, en homenaje a la
novela del escritor Antonio Tabucchi que
se desarrolla precisamente en esta bahía y en otros lugares de las Azores.
Decía Tabucchi, enamorado de estas islas: “Azores
en medio del océano, lejos de todo. De Europa y de América. Tal vez sea la lejanía
el embrujo de estas islas.”
“Donna
di Porto Pim”
Por cierto, Penélope no estaba en el puerto. Se
habría cansado de esperar o tendría cosas mejores que hacer…
Pero no quiero terminar estas crónicas con un
tono melancólico, porque no respondería al espíritu del viaje. Prefiero hacerlo
con humor. Con la inspiración de un poeta navegante en los muelles del puerto
de Horta:
I lost my boat
“I lost my BOAT
I can’t find my boat
Have you seen
my boat?
I NEED my boat!
My RUM
is on board!!!
9 comentarios:
Gracias por las aclaraciones y enhorabuena por la travesía y por las crónicas. Me gustaría ponerme en contacto contigo para algunas consultas, de forma particular.
Luis.
Luis, tienes mi correo electrónico en "Mi perfil" de este blog, para lo que necesites. Saludos.
Bienvenido a tierra.
Y gracias por lo que has compartido con nosotros durante la travesía, que seguro será una pequeña parte de lo que hayas vivido.
Saludos,
Teresa
Cuando decidí escribir estas crónicas intuía que iba a suponer un esfuerzo adicional en el viaje pero, finalmente, ha merecido la pena. Lo que siento es no haber sido capaz de transmitir con palabras todo lo vivido y, sobre todo, lo sentido. Gracias por el seguimiento.
Ongietorria!
Seguro que tienes muchas más cosas que contar de este bonito viaje.
Ahora a arriar velas y a descansar.
De descansar, nada. Ahora a currar. Por cierto, habrá que ir pensando en una nueva salida de monte ¿no? Otoño es la mejor época.
Tengo que decir que hace tiempo que no sentía una envidia como esta. Me gusta.
Nélida
Bienvenida al blog. ¿Cómo va todo por ahí? Cuando veo la buganvilla al salir de casa me acuerdo de vosotros.
Saludos.
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