viernes, 9 de diciembre de 2011

LA TORRE IBERDROLA

El gran pintor Antonio López comenta que le gustaría pintar un cuadro de la ría de Bilbao desde lo alto de la Torre Iberdrola, cuya construcción acaba de finalizar recientemente. Sus 165 metros de altura la convierten en la edificación más alta de la cornisa cantábrica, lo cual es una característica pero no tiene por qué ser necesariamente una cualidad.

Perspectiva desde la Plaza Euskadi

La construcción en altura siempre ha ejercido una atracción especial para los arquitectos e ingenieros a lo largo de todos los tiempos. Estas edificaciones, por su visibilidad y su impacto sobre el territorio, siempre han supuesto un reto para sus diseñadores, tanto en el aspecto formal como en el estructural y funcional. En este caso el arquitecto César Pelli y su equipo hacen una propuesta formal basada exclusivamente en la geometría, desprovista de cualquier otra consideración. Es, sin duda, su propuesta más radical en el campo de los edificios de oficinas si la comparamos con otros proyectos suyos como las Torres Petronas de Kuala Lumpur, el World Financial Center de Nueva York o el International Finance Center de Hong Kong. La propuesta geométrica de la torre de Bilbao arranca en su planta, de forma triangular con sus lados ligeramente curvos, lo que proporciona una percepción variable del edificio en sus perspectivas urbanas: desde perspectivas frontales contundentes donde se aprecia el edificio casi como un paralelepípedo, hasta visiones en escorzo de gran profundidad.

Planta tipo

Y la propuesta geométrica se mantiene en sus alzados o fachadas exteriores mediante una sutil inclinación de sus aristas verticales que, por un lado provocan la sensación de estar ante un edificio aún más alto y, por otro lado, proporcionan una estabilidad visual y constructiva al conjunto. Acero y vidrio en una modulación repetitiva hasta fundirse con el césped del suelo. Únicamente se permite una licencia “expresionista” en la marquesina  del acceso.

Sección

Según parece (yo no lo he comprobado) si prolongásemos estas aristas verticales se juntarían en un vértice superior a 1.000 metros de altura.  Eso me hace pensar que a la Torre Iberdrola le faltan 835 metros para ser perfecta.
Pero como en los discos sencillos o “singles” de vinilo, también aquí existe una cara B que casi nadie conoce o escucha. A la torre se le ha asignado un eslogan promocional, Modernidad y Sostenibilidad. Este último término, tan utilizado y tan manido últimamente es el que me inquieta. Porque tras la denominación de arquitectura sostenible lo que normalmente se esconde es una arquitectura con un planteamiento inicial muy poco sostenible (por ejemplo en este caso, el muro cortina de vidrio en todas las orientaciones de su fachada) al que posteriormente hay que ir “parcheando” con una serie de medidas correctoras  tecnológicamente avanzadas (y caras) hasta conseguir una supuesta calificación prestigiosa de “certificación de eficiencia energética y diseño sostenible”. Sin plantear la vuelta a construcciones tradicionales como el caserío, por otra parte realmente sostenibles y adaptadas al territorio, no estaría de más una profunda reflexión sobre estos términos que ahora tanto nos llenan la boca y que, como decía, no suelen ser sino una fórmula más de marketing comercial. 


5 comentarios:

Amaia Ballesteros dijo...

Mis amigos y yo opinamos que es el vértice perfecto para asentar "El Ojo de Sauron". De noche se ven desde Trapagaran esas lucecitas inquietantes que tiene arriba... jejeje.

José Luis Ferreira dijo...

¿Y qué opinas de los edificios que tiene a ambos lados?

Yo los veo demasiado pegados a la torre.

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Sí, el ojo de Sauron-Iberdrola sobre las desoladas llanuras de Mordor... quiero decir de Bilbao.
Sobre los edificios que tiene a ambos lados haré un comentario más amplio en una próxima entrada, pero tienes razón. Su proximidad a la torre supone una servidumbre demasiado grande para un edificio de viviendas.

Anónimo dijo...

En estos proyectos de arquitectos "de firma" cuya oficina está lejos del lugar de la obra (en este caso de Bilbao), ¿cómo controlan la ejecución de las obras?, ¿intervienen de forma directa?

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Los estudios de estos arquitectos "de firma", como tú dices, cuentan casi siempre con la colaboración de un equipo local que es el que realmente se encarga de la dirección y control de las obras. La participación de estos arquitectos "foráneos" en la fase de construcción varía en cada caso. Por ejemplo, en el proyecto del Metro la participación del estudio de Foster fue muy activa, siempre con personal propio en Bilbao. Sin embargo en el edificio del Paraninfo de la UPV el estudio de Siza Vieira aportó un proyecto básico que fue desarrollado y resuelto en casi todos sus apartados por el equipo local.