jueves, 5 de noviembre de 2015

LLORAR CUESTA 74 EUROS


Llorar no es gratis, al menos en Japón, un país en el que expresar los sentimientos abiertamente es casi un tabú. Un céntrico hotel de Tokio ha dispuesto una serie de habitaciones, denominadas las “habitaciones del llanto”, en las que por un ¿módico precio? (entre 74 y 148 euros) se puede llorar a moco tendido, sin vergüenza y sin miedo a ser objeto de burla o desdén. En sus estanterías, películas y libros de marcado perfil lacrimógeno ayudan en el empeño.

Hace tiempo, al menos en la cultura occidental, se abandonó la idea de que las lágrimas eran un signo de debilidad y que llorar demostraba una personalidad inmadura. Incluso distintos estudios científicos han ido abonando la idea de los beneficios del llanto: anestesia natural contra el dolor, eliminación de toxinas, hidratación de los ojos, eliminación de gérmenes nocivos… Por tanto, tras conocer las bondades que aporta a nuestra salud emocional y física deberíamos tener totalmente asumido que no debemos sentir temor ni vergüenza cuando una lágrima asoma amenazante bajo nuestros párpados.

Todo esto estaría muy bien si no fuera por un pequeño detalle: las “habitaciones del llanto” japonesas han sido diseñadas solo para mujeres. A lo que sumo otro pequeño detalle: buscando documentación gráfica para ilustrar esta entrada, de las 100 primeras imágenes aparecidas bajo el epígrafe “llorar”, 69 correspondían a mujeres, 24 a niños o bebés y solo 7 a hombres con el lacrimal desbordado. Por lo visto lo masculino está reñido con los beneficios del llanto. O se practica “en la intimidad”.

Se me ha ocurrido bucear en el séptimo arte para comprobar si los tipos duros del cine han tenido que forzar alguna vez su glándula (la del párpado) por exigencias del guion y el resultado ha sido éste: todos han llorado en alguna ocasión pero, por regla general, sin desatarse, conteniendo el sentimiento, con mesura. Aquí van algunos:

Clint Eastwood


Humphrey Bogart


Marlon Brando


Dustin Hoffman


Robert de Niro


Brad Pitt


Incluso “El hombre de lata”, que a pesar de su robusta coraza no era un tipo muy duro.


Sin embargo, no puedo resistirme a cerrar este repaso cinematográfico sin incluir una secuencia de “Paris, Texas” (Win Wenders, 1984), protagonizada por Harry Dean Stanton y Nastassja Kinski, con un estremecedor primer plano fijo de más de tres minutos de duración (entre los minutos 4.43 y 7.50 del vídeo). Sí, la que llora es una mujer. Y la sutil música de fondo de Ry Cooder también ayuda. Pero esa es otra historia.

Nastassja Kinski


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