domingo, 1 de diciembre de 2013

NAVEGANTES POLINESIOS

Recientemente he hablado en este blog de Bernard Moitessier, el gran navegante que creció y se formó en su juventud en los mares del Pacífico, a donde regresó para vivir hasta el final de su vida, tras renunciar a ganar la regata vuelta al mundo en 1968.

Por otro lado, en su primer viaje de exploración del Pacífico el capitán James Cook contó con los servicios de un navegante polinesio, Tupaia, quien dibujó un mapa de las islas que rodeaban su tierra natal, Ra’iatea, en un radio de 3.600 km.

El “triángulo” de la Polinesia


Ante estos datos es evidente que los polinesios “algo sabían” en esto de surcar los mares. Sin embargo, si acudimos a cualquier historia o revisión de la navegación nos encontramos con las hazañas de portugueses, españoles, británicos, holandeses y, retrocediendo en el tiempo, vikingos, fenicios, egipcios, chinos… Ni una referencia, ni una mínima alusión al pueblo polinesio. Quizás su aislamiento geográfico en la inmensidad del Pacífico sea la causa.

Recientes descubrimientos, tanto en el campo de la arqueología como de la antropología, complementados con la tecnología del análisis del ADN, han venido a demostrar que el pueblo polinesio era viajero y que, mil años antes de la época de los grandes descubrimientos, ya realizaban extraordinarias travesías de más de 2.500 kilómetros entre islas, por los mares del Pacífico.

Embarcación polinesia

Pero lo más sorprendente es, por un lado, el tipo de embarcaciones que utilizaban. Canoas de dos cascos de diversos tamaños y equipadas con velas, pero simples canoas al fin y al cabo. Y por otro lado, sus métodos de navegación, de orientación en esos inmensos mares. Conocían perfectamente la bóveda celeste y a través de la posición de apenas 150 estrellas, que observaban sin ningún tipo de aparato, eran capaces de mantener un rumbo determinado. A este método de navegación astronómica, del que posteriormente todos los navegantes se han servido a través de instrumentos como el sextante, los polinesios añadían otros bastante más peculiares: la dirección de las olas, los avistamientos de aves, la forma de las nubes, los reflejos de éstas en el agua, la percepción de las corrientes… Incluso eran capaces de realizar una “carta náutica” llamada “carta de palos”, hecha de bambú y en la que mediante nudos y conchas señalaban la posición de las islas, la dirección del viento, de las corrientes y la forma de las olas. Y todos estos conocimientos se iban traspasando de padres a hijos a través de la tradición oral, en forma de canciones.

“Carta de palos”

Hoy encendemos el GPS y nos quedamos tan tranquilos. Pero si algún día los satélites se rebelan y se niegan a indicarnos nuestra posición, ¿seremos capaces de volver a mirar al cielo, a las nubes, a las olas? Al fin y al cabo son estos elementos de la naturaleza los que nos permiten avanzar en la navegación a vela, la auténtica navegación. No los desdeñemos.

No sé si alguna vez llegaré a navegar en esos mares, que para los polinesios eran su nación, su continente acuático. ¿Por qué no? De momento me conformo con mirar de vez en cuando al cielo y observar si las estrellas tintinean: señal de que se acerca mal tiempo, según lo que aprendió Moitessier de sus maestros. Por algo se empieza.  

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante. El viaje que hicieron en los años cuarenta con la Kon-Tiki ¿tiene algo que ver con esto? Creo que era un viaje experimental.

Saludos, Luis.

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Hola Luis,

Ese viaje, en una gran balsa entre Perú y Tahití, tiene solo cierta relación con lo comentado.

Pero el verdadero impulso a los viajes experimentales sobre la navegación polinesia lo dio la creación, en 1973, de la "Sociedad Viajera Polinesia". Sobre todo gracias al navegante hawaiano Nainoa Thompson, que a bordo de la "Hokule'a" (una réplica de las antiguas embarcaciones polinesias)consiguió navegar, con los métodos tradicionales, de Hawai a Tahití, en los años 80.

Posteriormente se han hecho más viajes que han ido confirmando las rutas que se suponía realizadas por los antiguos navegantes.