martes, 14 de mayo de 2013

TOM HARRELL


La primera vez que escuché a Tom Harrell la impresión que recibí por la cálida sonoridad de su música fue enorme. Y cuando vi imágenes de algunas de sus actuaciones percibí que se trataba de alguien “diferente”. Sabía que había tocado con los mejores músicos de jazz, que actualmente está considerado como uno de los más grandes trompetistas, que ha sido definido como uno de los mejores improvisadores armónicos, que combina el jazz con aproximaciones a la música clásica… pero su actitud en el escenario, su perturbadora presencia-ausencia me indicaba que había algo más que yo no sabía. Y busqué en su biografía.

Nació en 1946 en Illinois. Niño brillante, aprendió a leer solo y empezó a tocar la trompeta a los ocho años. En el instituto ya tenía su propia banda de jazz. Mientras estudiaba composición en Stanford intentó quitarse la vida. Esto dio lugar a un diagnóstico de esquizofrenia paranoide, a los once años. Con tratamiento, logró terminar su formación escolar e inició su carrera musical. Ángela, su esposa a la que conoció en Nueva York, dice de él:
“Una vez que superas el desconocimiento inicial de su situación y de la forma en que le afecta... la enfermedad deja de convertirse en su aspecto más destacado. Para mí, la enfermedad mental no le define como persona. Lo que me llevó hasta él fue su inteligencia y lo divertido, cariñoso, honesto, afectuoso y desprendido que es... Podría seguir y no parar. Es sencillamente una persona enormemente sincera, muy real y espiritual, muy generoso y divertido.”

A menudo resulta difícil manejar el estrés a quienes sufren esquizofrenia y la vida de un músico está llena de viajes, lugares nuevos, cambios de horarios… Como dice Ángela “muy probablemente su entorno no es el mejor para estabilizar los síntomas pero, por otra parte, ha sido la música la que le ha ayudado a seguir adelante todos estos años.”

Un nuevo intento de suicidio  y una reacción casi mortal a uno de los medicamentos han jalonado su trayectoria profesional, pero él mismo dice:
“A veces los medicamentos me impiden pensar con claridad, como si me faltase oxígeno en el cerebro. La esquizofrenia me ha hecho más productivo y me ha forzado a adentrarme más en mí mismo, lo que, en cierto modo, me aísla socialmente. Las canciones me llegan a menudo por la noche, cuando se abre una puerta en mi mente.”

El próximo miércoles día 22, en el teatro Campos Elíseos de Bilbao, cerraremos los ojos como él hace, sin levantar la cabeza, y escucharemos las notas de su trompeta, su sonoridad intensa y delicada. Le acompañaremos en su “viaje a las estrellas”.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

No conocía de nada a este hombre. Pero solo esta canción ya demuestra que su enfermedad no le impide tener una gran sensibilidad. Que disfrutes del concierto.

Saludos, Luis.

Anónimo dijo...

Allí estaremos. ¿Me dormiré? ; )

Un abrazo,

Teresa

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Con Tom Harrell se demuestra que una grave enfermedad no supone necesariamente que tu vida quede anulada, ni creativa ni socialmente. Sobre todo si tienes a tu lado a las personas adecuadas.

¿Dormirse en un concierto? Se puede interpretar de dos maneras. Que te resulta un tostón o que quedas tan embriagad@ por la música que te embarcas en un "viaje hacia las estrellas". Habría que interpretarlo de esta forma para evitar daños colaterales.

Y hablando de estrellas y de música, qué buena la versión del "Space Oddity" de David Bowie que ha hecho el astronauta músico.

Anónimo dijo...

Tocará este verano en el festival de jazz de Vitoria. Hay una entrevista interesante en: http://www.cuadernosdejazz.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2353:entrevista-tom-harrell&catid=10:general&Itemid=11

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Emocionante concierto el de anoche. Y gracias por la referencia de la entrevista. En ella explica muy bien esa búsqueda del equilibrio entre la perfección técnica y la sencillez y esa búsqueda también de un sonido propio.

Anónimo dijo...

Fue raro ver a ese hombre encorvado, mirando hacia abajo, moviéndose despacio por el escenario, desapareciendo entre las cortinas y volviendo a aparecer.
Esperamos que la música provoque otras reacciones. Que quien la interpreta sienta la necesidad de expresarse de más formas, con gestos, movimientos...La situación de los otros músicos en el escenario era la "normal", entendiendo por normal lo habitual, lo que suele ser. Pero esos sonidos llegan tan dentro que no es posible pensar que quien los interpreta no los sienta con la misma fuerza. Aunque no muestre su emoción, es capaz de transmitírnosla.

Un abrazo y gracias. A Tom Harrell por su música y a ti por acercarme a ella.

Teresa

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Emocionante fue también ver a Ángela, su mujer, apareciendo entre bambalinas, pendiente de él en todo momento.
Es evidente que es su enfermedad lo que le impide expresarse de forma gestual, pero sin duda la música la siente como nadie. Si no, no sería capaz de componer esas canciones y, como bien dices, de transmitir esos sentimientos con su sonido.