Secuencia
1. Hace
unos días volví a ver “Dublineses”,
la última película de John Huston,
que dirigió ya en silla de ruedas y con mascarilla de oxígeno. Película
emocionante y con un final bello y amargo a la vez. Pero esta entrada no es de
cine, así que al grano. En la parte final de la película uno de los personajes,
una mujer, escucha una canción que le provoca un estado casi de éxtasis. Y a
partir de ahí la historia da un giro inesperado. La canción le evoca un amor
perdido de juventud, su gran amor.
Secuencia
2. Al día siguiente me encontré con un compañero
al que hacía tiempo que no veía. Y entre otras cosas me dijo: “¿Te acuerdas del
CD que me regalaste hace unos años? Pues los chavales míos, cuando vamos en el
coche, ahora solo quieren escuchar ese disco.” El disco en cuestión lo grabé
con una selección de canciones variadas y lo utilicé como obsequio en uno de
mis cumpleaños. Sí, en ese cumpleaños fui yo el que hizo los regalos. Me dio
por ahí.
Secuencia
3.
Ese mismo día por la noche fui a un concierto de Lizz Wright, cantante de jazz
– góspel – soul, y entre el ramillete de estupendas canciones que nos ofreció
estaba una versión de una canción de Neil
Young, “Old Man”, que está
recogida precisamente en el disco de la Secuencia 2. Sí, ese que tiene
enganchado a los hijos de mi compañero.
Secuencia
4.
Parecía que los astros se habían alineado, así que la suma de las tres
secuencias anteriores me empujó inevitablemente a rescatar ese disco que tenía
arrinconado en la estantería. Y me puse a escucharlo, mientras leía el texto
que yo había escrito en la carátula:
“…estas canciones reúnen tres
características: disfruté con ellas cuando las escuché por primera vez; cada
una está asociada a un momento concreto, una situación especial o una persona o
personas que han pasado por mi vida algo más que de puntillas; al escucharlas hoy me siguen gustando…”
Y al volver a escucharlas ahora aún me siguen
gustando. Al igual que sucedía hace unos meses en este blog a cuenta de las
“huellas gastronómicas” cada uno tendrá también sus propias “huellas sonoras”.
Me cuesta elegir una canción para ilustrar mis
huellas sonoras entre las 35 que componían el disco doble. Así que no me
complico y aquí tenéis la número 1: “Time”
de Tom Waits.
4 comentarios:
Desde que lo tengo, ese disco con tus canciones es uno de los que siempre van en el coche durante los viajes largos.
Gracias.
Me alegra. Para mi próximo cumpleaños estoy pensando en un DVD con mis películas favoritas. ¡Que no os pase nada!
El recurso del recuerdo de una canción en el cine provocando una alteración de los protagonistas se ha utilizado más de una vez. En la última del argentino Carlos Sorín también utiliza este recurso. Y sí, to también tengo mis canciones con huella.
Saludos,
Luis.
No he visto aún la película que comentas, ambientada en la Patagonia si no me equivoco, pero tienes razón, es un recurso de guión.
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