En primavera hablaba sobre “la extraordinaria
geometría de las huertas”, esas retículas perfectas creadas por la acción
humana. Pero no cabe duda de que las geometrías más extraordinarias y variadas
las encontramos en la propia naturaleza, asociadas en unos casos a formaciones
vegetales y en otros, generadas por la acción del agua y del viento. Y
precisamente la acción del agua y del viento sobre la arena me ha brindado la
oportunidad de captar una colección de imágenes que van a protagonizar el
inicio de una serie o apartado dentro de este blog sobre el mundo de la
fotografía, un mundo que siempre me ha acompañado.
Normalmente, y más ahora desde la irrupción
de la era digital, muchas de las fotografías que hacemos son objeto de disfrute
una o dos veces, por una o dos personas, y después descansan eternamente en el
cajón, o mejor dicho, en la tarjeta o en el disco duro. Pero también es cierto
que gracias precisamente a la tecnología digital y al mundo de Internet tenemos
posibilidad de sacar esas imágenes del cajón y compartirlas de forma muy
sencilla. Y eso es lo que me propongo. Intentaré, eso sí, no incluir ningún
“selfie”.
Presento esta colección, breve, de apenas
nueve imágenes, en dos formatos. Por un lado, una sencilla edición en vídeo
para la que me he auto-establecido una estricta limitación de medios, pensando
en no restar protagonismo a la fuerza de las imágenes: unas transiciones
simples, un fondo sonoro de acompañamiento y un límite de duración de tres
minutos, casi un micro-vídeo:
Por otro lado, la propia colección de
imágenes, que no han sufrido ningún tipo de retoque. No se les ha añadido ni
quitado nada y mantienen el encuadre original del “click”, sin recortes ni alteraciones.
Pinchando sobre cualquiera de las fotografías se abre la galería de imágenes.
¿Y todo esto por qué o para qué? Supongo que
como mero ejercicio. Es cierto eso de que a veces los árboles no nos dejan ver
el bosque, y es tal la cantidad de herramientas y medios de los que disponemos
actualmente tanto en el mundo de la fotografía como de la edición de vídeo y
otras actividades (que yo mismo he utilizado habitualmente), que nos perdemos
practicando mucho fuego de artificio y alejándonos de la esencia de las cosas. De
esta forma intento ocuparme casi exclusivamente de lo básico: el momento de
apretar el botón de la cámara.
NOTA: Cuando ya estaba la colección
seleccionada y el vídeo editado comprobé, con sorpresa, que en una de las
fotografías aparecía una moneda. Pero, fiel a las normas establecidas, rechacé
pasarla por el retoque fotográfico para eliminarla. Y ahí está. Ahora os toca a
vosotros encontrarla, porque yo no la recogí, claro.
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