HACE
UNOS AÑOS reflexionaba acerca del proyecto de un futuro edificio, el centro
Botín de Santander. E intentaba desmontar esa bienintencionada pretensión de
“arquitectura transparente” que impregnaba su presentación en sociedad: http://echonovemberecho.blogspot.com/2011/09/arquitectura-transparente.html
. Hoy, el propio edificio testifica que
ni pasa desapercibido ni resulta una construcción “sutil” que apenas altera el
perfil de la bahía de Santander.
HACE
UNOS MESES discutía con colegas y compañeros sobre el carácter icónico del
edificio, su funcionamiento o no como hito visual, su apariencia singular a
través de la superficie texturizada a base de escamas cerámicas… Teorizando,
vaya.
HACE
UNOS DÍAS, paseando por Santander y aproximándonos al centro (Botín) observé
otra nueva y extraña textura superpuesta a lo largo y ancho de su fachada. Me
explicaron que la “redecilla” instalada tiene la función de evitar el
desprendimiento de las “chinchetas” (así definieron mis acompañantes las
escamas cerámicas que proporcionan una superficie ¿original?)
O
sea que el centro Botín se está desescamando, algo que a los peces sólo les
ocurre después de muertos, tras una vida intensa en el mar. ¿Cuál es el
simbolismo de este hecho? ¿Que el centro Botín ha nacido muerto? ¿Que no le han
dotado de las agallas adecuadas para mantenerse en un ambiente marítimo? ¿Que
sus contenidos artísticos van a estar ligados a lo efímero, con una duración
limitada?
Probablemente
la respuesta sea mucho más banal: el centro Botín ha ido a la “pelu”. Y su redecilla
nos demuestra que, en el campo de la arquitectura, es lícito ejercitar la
elucubración con teorías y planteamientos sesudos pero, antes que nada, hay que
construir bien. Y evitar que nuestros edificios tengan que ser “rehabilitados”
apenas unos meses después de su inauguración por el simple hecho de
experimentar para ofrecer una edificación singular que no se parezca a nada
hecho con anterioridad. Si llenamos nuestras ciudades de edificios singulares…
dejarán de ser singulares.
No
sé si el centro Botín saldrá de la “pelu” con un cardado oxigenado, con una
melena planchada o con mechas multicolores. Ni si las chinchetas se
reutilizarán para el adoquinado de alguna calle peatonal o como vajilla en el
restaurante de un chef top (hay que reciclar). Lo que sí está claro es que su
trayectoria ha comenzado con un fuerte traspiés. Y cuidado, porque está al
borde del agua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario