Fotografía de getxo.eus |
Red Bull Cliff Diving, Open House, Premios
MTV, The World's 50 Best Restaurants, Best European City… ¿Hablamos de Bilbao?
Sí. Estos son algunos de los “eventos” y reconocimientos programados en nuestra
ciudad para el año 2018. Definitivamente parece que Bilbao ha apostado por entrar
en el circuito de los grandes actos y celebraciones que la sitúen en el mapa
del panorama internacional dotándola de visibilidad. Pero también podríamos
decir que estos son algunos de los eventos y reconocimientos programados, por
ejemplo, para la ciudad de Nantes en 2019, o para la ciudad de Londres en 2020
o…
Esta agenda de la ciudad basada en potentes
hitos de actividad concentrados en unos pocos días y con una gran congregación
de personas por metro cuadrado se justifica por parte de las autoridades
municipales en función de los beneficios económicos que se generan para Bilbao
y de la proyección exterior que facilita la captación, a su vez, de nuevos
eventos, en una continua carrera sin fin. Es una forma de mostrar músculo, es
decir, capacidad de atracción y de organización. Y el balance siempre medido en
cifras, cuanto más altas mejor.
Vaya por delante que he formado parte activa
en la organización de alguno de los eventos mencionados. Y quizás por eso, por
haberlos vivido desde dentro, siento la necesidad de hacer esta reflexión en
voz alta. Reflexión que se traduce en dos inquietudes o dudas fundamentales. En
primer lugar, ¿estos eventos tienen una repercusión y un beneficio real sobre la
generalidad de los habitantes y de las distintas áreas urbanas de la ciudad?
¿Qué queda de todo ello unos días después de su conclusión? Tengo la percepción
de que su influencia es muy limitada, más allá de su repercusión mediática, en
el espacio y en el tiempo. Y que los beneficiarios son únicamente unos sectores
muy concretos, en casi todos los casos los mismos. En segundo lugar, con este
tipo de eventos franquicia, que llegan ya totalmente diseñados, patrocinados y
empaquetados ¿no nos encaminamos hacia una ciudad impersonal, intercambiable
con cualquiera del ámbito europeo o incluso mundial, perdiendo definitivamente
sus señas de identidad histórica y cultural? Si el próximo año nos acercamos a
Londres, o a Nantes, o a Milán, podremos percibir un “déjà vu”, con los mismos
eventos y actividades, que nos puede hacer perder la capacidad de conocer y reconocer
la ciudad en la que estamos.
En un reciente encuentro con un responsable municipal,
a quien le planteábamos un proyecto cultural continuado en el tiempo, de bajo
coste y con pretensiones de hacerlo llegar a un amplio tejido social de nuestra
ciudad, su respuesta fue de una cierta indiferencia ante “algo” que no encajaba
dentro de la “cultura de los eventos”. De hecho en su despedida nos lanzó la
siguiente pregunta: “¿Este año vais a
participar también en XXX (evento de 2017)? Fue una pasada, más de treinta y
cinco mil participantes en la primera edición, todo un éxito”. Toda una
declaración de principios, diría yo.
(Continuará…)
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