Algunos
viajes son rebeldes, van trazando su propio itinerario, más allá del que se
haya planificado. Y esa rebeldía los hace únicos. En aquel viaje buscábamos el
mítico Cabo de Hornos, y lo encontramos. Pero también encontramos a Robin. Y a
Cristina.
Y así las
velas de nuestro barco fueron empujadas por los vientos de tres historias
diferentes, pero con un elemento en común, el mar. Y cada una de ellas podría
tener su propio título: “Navegando por Cabo de Hornos”; “Regata de titanes”; “El
final de un pueblo”. Pero nos quedamos con esta palabra, casi impronunciable:
MAMIHLAPINATAPAI.
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