Mientras
asistía hace unos años a un concierto de Ravi
Coltrane con su banda no podía dejar de preguntarme lo que supondría para
él llevar ese apellido, siendo también músico y teniendo entre sus manos el
mismo instrumento que su padre había elevado al olimpo del jazz unas décadas
atrás, el saxo. ¿Sería un honor o una pesada losa? ¿O quizás ambas cosas?
Y también
cabría preguntarse hasta dónde habría sido capaz de llegar John Coltrane en el mundo de la música si no hubiera fallecido de
forma prematura, en un momento de extraordinaria creatividad. La misma pregunta
nos podemos hacer con referencia a otros músicos que apagaron sus instrumentos
y sus voces demasiado pronto: ¿A qué universos lejanos habría viajado Jimi Hendrix con su guitarra? ¿Se habría
desgarrado completamente la voz de Janis
Joplin veinte años después? ¿Qué paisajes sonoros imaginaría John Lennon en sus nuevas composiciones?
Sí, es cierto, su pronta desaparición provocó que se convirtieran en mitos de la cultura
popular pero también nos privó, y esto es lo más doloroso, de su madurez
creativa.
Jonh Coltrane se forjó
musicalmente con grandes nombres del jazz, Charlie
Parker, Miles Davis, Thelonius Monk, pero su inquietud
musical le llevó a volar solo, a componer sus propios temas y a hacerse
acompañar de sus músicos preferidos. En 1965 (hace pocos meses se cumplieron 50
años) publicó “A love supreme”, disco
que, aunque calificado actualmente como obra maestra, en su momento no resultó
de fácil digestión y fue calificado como las notas disonantes de un músico sin
rumbo. Es una historia que se repite periódicamente en cualquier ámbito de la
cultura cuando aparecen creaciones que “se salen” de los márgenes establecidos
y que precisan de un cierto reposo para ser digeridas de nuevo y valoradas con
cierta perspectiva. (Las vacas sí que saben de esto)
Si el disco
“Kind of blue” publicado por Miles Davis en 1959 (en el que también
participó Coltrane) puede considerarse
como el nacimiento del jazz moderno una vez superada la etapa bebop, los cuatro temas de “A love supreme” van un paso más allá tanto en su concepción musical como en la
estructura global del disco y en la búsqueda de nuevos sonidos. Y todo ello bajo
el manto de una profunda inspiración espiritual, casi mística, renunciando en
ocasiones al virtuosismo interpretativo en favor de una composición y una
sensibilidad extrema.
¿Partitura? de “A love supreme”
En su
última etapa con Miles Davis se le
acusó a Coltrane de empezar a tocar
“raro”, mal, para provocar su expulsión del grupo y poder así iniciar su
carrera en solitario de forma obligada, sin ataduras. Compleja estrategia al
menos. Preguntado Davis sobre si Coltrane estaba yendo demasiado lejos
respondió: “Soy yo quien no soy capaz de
llegar tan lejos como él”.
“Pursuance”, la
tormenta, la calma:
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