Hay dos cosas terribles: no haber cumplido un
sueño y haberlo cumplido. Y sólo se me ocurren dos opciones para resolver esta
paradoja: no tener sueños o encadenar de inmediato un sueño cumplido con uno
nuevo por cumplir.
Escribía en este blog hace tres años y medio:
“No sé
si alguna vez llegaré a navegar en esos mares que para los polinesios eran su
nación, su continente acuático. ¿Por qué no?”: Navegantes polinesios.
Eso, ¿por qué no? Y hoy empieza el viaje, de
momento virtual, que dentro de un tiempo puede desembocar en el viaje real, en el
viento hinchando las velas, navegando a través del océano Pacífico. Un sueño
que surgió después de haber cumplido el anterior, que a su vez surgió después
de haber cumplido el anterior, que a su vez surgió después de haber cumplido el
primero de todos ellos. Sí, algunos de mis mayores sueños se han deslizado por
aguas de mares y océanos. Una pasión, una llamada que aún sigo recibiendo.
A lo largo de estos dos próximos años pueden
surgir temporales y calmas que me obliguen a desviar el rumbo y que impidan
finalmente el cumplimiento de este nuevo viaje. Es algo que no me inquieta. Ya
he soltado amarras y me siento capaz de engañar a los sentidos con la ilusión
de un buen rumbo. Empiezo a mirar de vez en cuando al cielo y a observar si las
estrellas tintinean, como hacía Bernard
Moitessier, el gran navegante que creció y se formó en los mares del
Pacífico. Y a quitarle las telarañas al sextante, que con toda esta
“vulnerabilidad” tecnológica que nos está acechando quién sabe si tendremos que
volver a los tradicionales métodos de navegación que utilizaban los polinesios.
Y es que sigo pensando que para ti, para mí…
y para Dylan, lo mejor está aún por llegar.
Ajeno al ruido por la reciente concesión del
premio Nobel de Literatura, Bob Dylan
sigue a lo suyo, trabajando en lo que le apetece: dando conciertos, dibujando,
escribiendo, haciendo radio… A sus setenta y seis años acaba de publicar un
triple disco, “Triplicate”, en el que ofrece una amplia visión y un recorrido
personal por la música estadounidense de la primera mitad del siglo XX, de la
que es un profundo investigador y divulgador. Y aún le queda tiempo para
navegar por el Caribe a bordo de su velero.
2 comentarios:
¡Avante, a toda máquina!
Avisa cuando salgas de puerto... iré preparando un nuevo cuadro, que ya toca. En el anterior me inspiraron los peces voladores de tus fotos :D
Me alegro de que alguno de mis viajes te haya servido de inspiración. Así que ya puedes ir preparando los pinceles... aunque sean digitales. Un abrazo.
Publicar un comentario