No
soy de “canciones himno”. Así, sin chorradas. Pero, por otra parte, soy incapaz
de definir ese término. Pues vaya un comienzo. El caso es que a veces escucho
un tema musical y pienso: “Es una canción
himno”. Pero no consigo encontrar un denominador común a todas ellas, sus
señas de identidad. Por dar alguna pista, no me refiero a composiciones que han
nacido con esa voluntad de “himno de algo” sino a otras que, con orígenes
diversos y a través de caminos a veces inescrutables, han llegado a dotarse de
esa condición, indefinible para mí. Para salir del atolladero voy a recurrir a
algunos ejemplos.
“Dirty old town”, pequeño tema compuesto en 1949 para
cubrir el entreacto de una obra de teatro, hacía referencia a la suciedad de una
ciudad inglesa, Salford. Tras un
recorrido sinuoso, incluida su interpretación por el grupo The Pogues, acabó convirtiéndose en himno de la música folk
irlandesa.
“Another brick in the
wall” es una canción
compuesta por el grupo Pink Floyd en
1979 para su álbum (y película) “The
Wall”. Una metáfora de los traumas que el protagonista va experimentando a
lo largo de su vida que acaba transformándose en himno contra la educación
represiva. (Para mí, uno de los temas más insoportables de este grupo británico).
“You’re never walk
alone” recoge las
palabras de un padre hacia su hijo en una intimista canción compuesta en 1949
que el propio Elvis Presley
interpretó años después. Y que ha acabado como himno entonado por los hooligans en varios estadios de fútbol.
Lalara, Lalara la-la,
Lalara, “Lepoan hartu ta segi aurrera”,
canción himno del ideario independentista vasco popularizada por intérpretes
como Pantxo eta Peio o R.I.P. en su versión más ácida, tiene su
origen en la melodía de una antigua marcha militar.
¿Ínfulas
de trascendencia, tono épico, composiciones con vocación tribal? Podrían ser
algunas de sus características definitorias. Pero los ejemplos nos indican que
estas canciones himno no han nacido como tales sino que se han convertido en
temas de exaltación colectiva por razones diversas. Y, como decía al principio,
me interesan poco, musicalmente hablando. Pero, como casi siempre, hay
excepciones.
En
2005 Iván Ferreiro (ex-miembro de Los Piratas) compone, al alimón con su
hermano Amaro, “Turnedo”, un tema para su primer disco en solitario que pronto se
convierte en canción himno. No sé si del amor, del desamor, de las playas… Y
graba este sencillo pero extraordinario videoclip:
Unos
años más tarde hace una versión en la que, curiosamente, el cierre instrumental
de la canción original se convierte ahora en la introducción, en esta
colaboración con Xoel López (entre
gallegos anda el juego). Con un argumento lúcido (porque las canciones también
tienen letra) y un final demoledor:
“¿Quién no tiene el
valor para marcharse?
¿Quién prefiere quedarse
y aguantar?
Marcharse y aguantar.”
2 comentarios:
Me encanta el post porque soy una gran coleccionista de canciones himno....esas canciones que necesitas chutarte en el alma para recuperar la cordura en algunos momentos. Ivan es autor de unas cuantas de mis canciones himno, esas que llevan siglos en mi mp3 y me niego a reemplazar por la novedad de turno....y te aporto otra de sus letras: si cada noche que vivi, cada minuto que pasamos sin hablar desaparecen, repetire como yo quiera ese minuto que vivi y no me importa si hay rigor. Fue mi mantra en una mala epoca...
Emma Fernández García
La música siempre ha sido una buena terapia para curar las heridas del "alma", y para muchas más cosas. Y que Iván es uno de los mejores escritores de canciones de este país, de eso no hay ninguna duda. Espero que aquella mala época ya haya quedado atrás. Por cierto, me has dado una posible definición de canción himno: "canción para chutarse en el alma". Cuídate.
Publicar un comentario