He
vuelto a leer “Los muertos”, el
último relato o novela corta que escribió James
Joyce con el título genérico de “Dublineses”
en 1914. Y también he vuelto a ver la adaptación cinematográfica que hizo el
director John Huston (su última
película) en 1987. No recuerdo qué fue primero (para mí), si el libro o la
película. De lo que no me cabe duda es que, tanto en un formato como en otro,
se trata de uno de los relatos que me ha dejado una huella más profunda y que
seguirá acompañándome en esas revisiones que, de vez en cuando, me gusta redescubrir.
A
pesar del tiempo transcurrido desde su publicación creo que “Los muertos” es, tanto en su contenido
como en su estructura, un relato moderno, vanguardista, transgresor. Porque
bajo su apariencia de retrato costumbrista de la sociedad dublinesa de
comienzos del siglo XX, de la “parálisis
cultural, mental y social del país”, según palabras del propio Joyce, se oculta una desgarradora
reivindicación de la pasión y de las emociones en la existencia humana frente
al transcurrir de las vidas grises, planas y arquetípicas.
Y
todo ello con un planteamiento sorprendente e impecable en cuanto a su
estructura narrativa. En el libro, de sus 276 páginas dedica 267 a la
introducción de la historia, 7 al nudo o historia principal y 2 al desenlace y
conclusión final. Casi nada. Y en la adaptación de Huston, muy fiel a su base literaria, ocurre algo parecido.
Esta
frase de la penúltima página resume e ilustra la sensibilidad de esta obra: “Uno a uno todos nos convertiremos en
sombras. Es mejor pasar a ese otro mundo impúdicamente en la plena euforia de
una pasión que irse apagando y marchitando tristemente con la edad”. A
veces siete páginas son suficientes para contar una historia de amor
extraordinaria, dos páginas son suficientes para transmitir un desconsuelo
desgarrador. Y unas pocas líneas de una dedicatoria son suficientes para
sentirse muy afortunado.
NOTA:
El siguiente vídeo corresponde a la escena final de la película (por aquello
del “spoiler”, destripe o destape de la trama). El doblaje no es de los mejores,
pero las versiones originales que he encontrado iban acompañadas de unos subtítulos
lamentables.
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