Tengo cerca una playa (ni que fuese mía,
aunque un poco sí) que aparece y desaparece. No es magia, simplemente el efecto
de las mareas. Así que según apetezca pasear por la arena o darse un buen
chapuzón hay que consultar la tabla de mareas para saber a qué atenerse.
Hoy sabemos que tanto el efecto del Sol
mientras la Tierra gira a su alrededor, como la órbita de la Luna alrededor de
la Tierra ejercen su influencia gravitacional sobre la subida y la bajada del
nivel del agua, lo que da lugar a las mareas. Al estar más cerca, el efecto de
la Luna es más pronunciado. También sabemos que el alcance o altura de las
mareas no es el mismo en todos los lugares, ya que influye la ubicación
geográfica y el clima de las cuencas oceánicas. Si algunos mares como el
Mediterráneo o el Báltico carecen prácticamente de mareas, en otros puntos como
la bahía de Fundy, en Canadá, la marea viva puede alcanzar una altura de 15
metros. Y también se han calculado con exactitud los horarios de bajamares y
pleamares que sufren un desfase de 48 minutos entre un día y el siguiente, ya
que el día lunar es precisamente 48 minutos más largo que el día solar.
Bahía
de Fundy
Las diferencias más acusadas entre la bajamar
(cuando el nivel del agua se retira) y la pleamar (cuando se eleva) se producen
cuando el Sol, la Luna y la Tierra están alineados. Es decir, durante las fases
de luna llena y luna nueva, y son las mareas que denominamos “vivas”. Asimismo
en los equinoccios de primavera y de otoño (finales de marzo y de septiembre)
se produce un aumento en la subida y bajada de la marea por efecto de la
posición del Sol respecto a la Tierra (ángulo de declinación). Por tanto las
mareas “más vivas” se dan con la conjunción de ambas situaciones: equinoccio y
luna llena o nueva.
Gráfico
de mareas muertas y mareas vivas
Todo esto es muy instructivo pero, aparte de
servirnos para saber si hay o no hay playa, ¿tiene alguna otra utilidad? Pues
la capacidad de predecir el momento de la pleamar y la bajamar era (y aún lo
sigue siendo en algunos casos) de capital importancia para los navegantes.
Podían tener problemas si el agua poco profunda impedía superar una barra de arena
que bloqueara la entrada de un puerto. Y a la hora de zarpar también era
preciso saber el mejor momento para darse a la vela y aprovechar las corrientes
de marea. Así los grandes veleros permanecían en puerto o fondeados hasta que
subía la marea y entonces un pequeño barco los remolcaba corriente abajo hasta
donde pudieran izarse las velas. Tampoco es desdeñable el aprovechamiento de
este fenómeno en los denominados “molinos de marea”, de los que aún existen
algunos ejemplos en el litoral Cantábrico. Y actualmente se está trabajando en
el desarrollo de sistemas de generación de energía a través de la oscilación
del nivel del mar con las mareas.
“Zarpando
a la luz de la luna en San Francisco” (John Stobart)
Molino
de mareas de Santa Olaja, Cantabria.
Resulta curioso y hasta divertido bucear un
poco en las explicaciones que desde la Antigüedad se han venido dando para
explicar este fenómeno. Piteas de
Massalia (siglo IV a.C.) ya observó y descubrió que las mareas estaban
causadas por la Luna, aunque con amplios errores de cálculo. Posidonio de Rodas (siglo I a.C.) añadió
los efectos de las distintas posiciones del Sol y la Luna con respecto a la
Tierra. Albumasar (siglo VI),
astrónomo y matemático persa, profundizó en esa relación entre las mareas y la
posición y los movimientos del Sol, la Luna y la Tierra, aproximándose de forma
increíble al concepto de la fuerza gravitacional. Pero hasta el siglo XVII, con
la aparición de los principios de la mecánica de los fluidos y las fuerzas
gravitacionales (Bernoulli y Newton), no se dio una explicación
científica completa a la causa de las mareas. Por el camino, estudios de
navegantes, científicos y naturalistas como Plinio
el Viejo, Beda el Venerable y
otros. Pero tampoco faltaron explicaciones “diferentes”, sobre todo en la época
medieval: creían que la Luna calentaba el fondo de los océanos, provocando que
el agua se expandiera y la superficie del mar se elevara. O que el Sol, en un
ciclo continuo, causaba la evaporación del agua en el ecuador y que la Luna la
condensaba en los polos.
Hace ya unos años una etapa de la regata
Costa Vasca concluía en Lekeitio. Entramos al puerto y amarramos los barcos
contra el dique. Bajamos a tierra y nos dimos un garbeo por el pueblo, para
estirar un poco las piernas y refrescar el gaznate. Cuando, unas horas después,
regresamos al puerto para pasar la noche a algún navegante se le debió hacer un
nudo (marinero) en el estómago al encontrar su embarcación… colgada de las
amarras, sin tocar el agua. Una marea viva y una escasa previsión provocaron
esa curiosa estampa.
EPÍLOGO. Días después de escribir estas
líneas pude comprobar sobre el terreno la importancia de las mareas en la
región francesa de Bretaña. En numerosos puntos a lo largo de su costa las
salidas y entradas a puerto (muchos de ellos en el interior de las rías) están
sometidas a los horarios de las pleamares, momento en el que los puentes y
pasarelas se abren para permitir el paso de las embarcaciones. En algunas zonas
como la bahía de Saint-Brieuc el mar llega a retirarse con la bajamar hasta
siete kilómetros de la costa. Y aún hay más. Las mareas inspiran intervenciones
artísticas contemporáneas como la de Huan
Yong Ping, que en la desembocadura del Loira sitúa su enorme escultura “Serpiente del océano”, que aparece y
desaparece bajo las aguas.
“Serpiente
del océano” (Huang Yong Ping)
2 comentarios:
Sin duda el tema de las mareas es más importante de lo que parece en la navegación. Ya me ha tocado en carne propia en la entrada y salida de algunos puertos. Y muy fuertes algunas corrientes que se generan y que si no conoces la zona te pueden dar problemas. Espero que hayas disfrutado por Bretaña.
Saludos,
Luis
Me alegra volver a tener noticias tuyas. He disfrutado mucho del recorrido por Bretaña, nunca había visto tantos veleros juntos.
Saludos y buenas mareas.
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