Hace unas semanas se lanzó el primer globo
sonda: “El Ayuntamiento de Bilbao busca
nuevo emplazamiento para los conciertos al aire libre de la Aste Nagusia
(Semana Grande)”. Me llamó poderosamente la atención que una ciudad como
Bilbao, que en los últimos años ha sido objeto de una profunda renovación
urbana que ha incluido la creación de un buen número de espacios públicos o
espacios libres (parques, plazas, paseos…) no haya tenido en cuenta la
disposición o reserva de un espacio apropiado para este tipo de eventos.
No sé si el problema ha sido de los gestores
o de los diseñadores de dichos espacios o de ambos. A veces, los que somos
responsables de dar forma a los espacios públicos nos empeñamos en llenarlos de
cosas, parece que nos invade un “horror al vacío” que nos empuja a plantear láminas de agua, tapices verdes, topografías
escalonadas, hitos y laberintos visuales… Todo un estupendo catálogo de
elementos construidos que no dejan margen para un uso libre del espacio, perdiendo cualquier posibilidad de utilización
versátil del mismo.
El segundo globo sonda anunciaba: “El Ayuntamiento se ha decidido por el
Parque Europa de Txurdinaga. Serán necesarias ciertas adaptaciones como el
desplazamiento de algunos árboles…” Inmediatamente intenté averiguar dónde
se podían conseguir esos increíbles árboles
móviles. Hoy lo pones aquí, mañana lo pones allá. Un chollo, vamos.
La semana pasada, visitando Lanestosa, un
pequeño y precioso municipio de apenas 260 habitantes ubicado en el extremo
occidental de Bizkaia, descubrí su Plaza Nueva, un espacio público creado para
sustituir a la vieja plaza medieval. Junto al río y próximo a la iglesia, un
suelo y unas ligeras construcciones perimetrales para el cobijo en los días de
lluvia. Ni más ni menos. En este pequeño-gran espacio tienen lugar todas las
actividades, eventos y celebraciones que se suceden a lo largo del año,
incluida la tradicional danza de los
arcos floridos que bailan los mozos del pueblo. Una mente lúcida entendió que no hacía falta
más.
¡Ah! Hace unos días comprobé que el sinónimo
de desplazar árboles es… talarlos. El
chollo no lo era tanto.
4 comentarios:
Sí, parece que los espacios abiertos, faltos de objetos; los momentos vacios; el silencio; estar solo; .... Nos dan miedo o no sabemos vivirlos, disfrutarlos.
Algo será, pero está claro que nos producen una sensación de inseguridad.
Un saludo
De lo que se trata precisamente es de que los propios usuarios ocupen esos espacios libres, los vayan transformando, dotándolos de contenido, sin elementos construidos que lo condicionen.
Lo que comentas del silencio, de estar solo... es ya otra historia diferente.
Saludos, anónimo desconocido.
Igual la solución está en dejar zonas sin urbanizar. Aún recuerdo conciertos memorables de la aste Nagusia en las campas de las laderas detrás del ayuntamiento. Aunque también para lo que traen ahora...
Saludos,
Luis.
Tienes razón. Además ese espacio casi natural gozaba de buena visibilidad y buena acústica. Recuerdo un gran concierto de Miguel Ríos allí.
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