martes, 6 de noviembre de 2012

EL DINOSAURIO


Durante años, dentro del abanico de mis intereses literarios, pasé de largo ante lo que consideraba un subgénero marginal, un divertimento de escritores vagos incapaces de completar un relato, un ensayo o una novela. Hablo de los microrrelatos, también conocidos como microcuentos o relatos ultrabreves. Es decir, aquellos que caben en una página, en un párrafo e, incluso, en una frase. Hasta que me topé con “El dinosaurio”, en el que el escritor Augusto Monterroso, con solo siete palabras, cuenta una historia, rompe la frontera entre el sueño y la realidad y nos hace imaginar mil posibilidades. ¿Se puede dar más con menos? Este microcuento dice así:

 “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.

Podremos escribir lo que sucedió antes, o lo que tal vez pasaría después, pero ya estará dicho todo en esa frase.

A partir de esa lectura y del conocimiento de su autor (Monterroso fue Premio Príncipe de Asturias de las Letras en el año 2000) fui adentrándome en el universo de los microgéneros y descubriendo que casi todos los grandes autores lo habían trabajado. En la literatura hispanoamericana desde Mario Benedetti, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges. Y entre los españoles Ana María Matute, Max Aub, Quim Monzó, entre otros.

Al microcuento, según parece, se llega por eliminación, desechando las palabras innecesarias de un cuento más largo. Y una característica básica es que, al igual que en todo relato, conviven dos historias: la visible y la invisible, es decir, la evidente y la otra que es una reflexión que corre paralela.

Finalmente mi admiración y respeto por este subgénero se consolidó cuando intenté el ejercicio de escribir uno de estos relatos ultrabreves y fui consciente de su enorme dificultad y complejidad.

Aquí os dejo otra perla de Augusto Monterroso (nacido en Honduras, guatemalteco de adopción y nacionalizado mexicano) incluida en su libro “La oveja negra y demás fábulas”:

“En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra.
Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.”

4 comentarios:

Amaia Ballesteros dijo...

El del dinosaurio es genial... me puedo imaginar a "Nessy" en el lago Ness, después de la caída del meteorito, diciendo "¿Qué ha pasado?"

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Ahí está la magia de estos microrrelatos. Cada uno puede hacer su lectura, echando la imaginación a volar.

Anónimo dijo...

Tengo entendido que el relato "El Dinosaurio" es el más corto que se ha escrito nunca.

Luis.

Bernardo I. García de la Torre dijo...

Así ha sido durante muchos años (al menos en español). Hasta que Luis Felipe Lomelí (mexicano) escribió "El Emigrante", con cuatro palabras. Al menos es la información que yo tengo.
Pero bueno, esto son curiosidades. Lo importante no es el número de palabras sino la calidad narrativa conseguida.