Durante
años, dentro del abanico de mis intereses literarios, pasé de largo ante lo que
consideraba un subgénero marginal, un divertimento de escritores vagos
incapaces de completar un relato, un ensayo o una novela. Hablo de los microrrelatos, también conocidos como microcuentos o relatos ultrabreves. Es decir, aquellos que caben en una página, en
un párrafo e, incluso, en una frase. Hasta que me topé con “El dinosaurio”, en
el que el escritor Augusto Monterroso, con solo siete palabras, cuenta una
historia, rompe la frontera entre el sueño y la realidad y nos hace imaginar
mil posibilidades. ¿Se puede dar más con menos? Este microcuento dice así:
“Cuando
despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Podremos escribir lo que sucedió antes, o lo
que tal vez pasaría después, pero ya estará dicho todo en esa frase.
A partir de esa lectura y del conocimiento de
su autor (Monterroso fue Premio Príncipe de Asturias de las Letras en el año
2000) fui adentrándome en el universo de los microgéneros y descubriendo que
casi todos los grandes autores lo habían trabajado. En la literatura
hispanoamericana desde Mario Benedetti, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges. Y
entre los españoles Ana María Matute, Max Aub, Quim Monzó, entre otros.
Al microcuento, según parece, se llega por
eliminación, desechando las palabras innecesarias de un cuento más largo. Y una
característica básica es que, al igual que en todo relato, conviven dos
historias: la visible y la invisible, es decir, la evidente y la otra que es
una reflexión que corre paralela.
Finalmente mi admiración y respeto por este
subgénero se consolidó cuando intenté el ejercicio de escribir uno de estos
relatos ultrabreves y fui consciente de su enorme dificultad y complejidad.
Aquí os dejo otra perla de Augusto Monterroso
(nacido en Honduras, guatemalteco de adopción y nacionalizado mexicano)
incluida en su libro “La oveja negra y
demás fábulas”:
“En un
lejano país existió hace muchos años una Oveja negra.
Fue fusilada.
Un
siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó
muy bien en el parque.
Así, en
lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por
las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes
pudieran ejercitarse también en la escultura.”
4 comentarios:
El del dinosaurio es genial... me puedo imaginar a "Nessy" en el lago Ness, después de la caída del meteorito, diciendo "¿Qué ha pasado?"
Ahí está la magia de estos microrrelatos. Cada uno puede hacer su lectura, echando la imaginación a volar.
Tengo entendido que el relato "El Dinosaurio" es el más corto que se ha escrito nunca.
Luis.
Así ha sido durante muchos años (al menos en español). Hasta que Luis Felipe Lomelí (mexicano) escribió "El Emigrante", con cuatro palabras. Al menos es la información que yo tengo.
Pero bueno, esto son curiosidades. Lo importante no es el número de palabras sino la calidad narrativa conseguida.
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