viernes, 29 de junio de 2012

CONVERSACIONES


Estas últimas semanas he coincido con varios grupos de personas en reuniones de carácter profesional en un caso y de carácter lúdico o social en otros. Temas de conversación variados e interlocutores diversos. Y he afianzado mi teoría del “sí, pero yo más” también llamada “en cuanto pueda meter baza te vas a cagar”.

Inicias una conversación y tu interlocutor ya está, cual ave de rapiña, al acecho y en posición de ataque, como diría el ínclito Félix Rodríguez de la Fuente. Le falta tiempo para introducirse en la conversación y transformar el diálogo en monólogo, hablando generalmente de sí mismo, de su gran experiencia que todo lo avala y dejando lo demás y a los demás en un segundo plano. No sé si se trata de menospreciar al contrincante o un reflejo de la autoestima personal, pero la sensación que me provoca es que la conversación ha llegado a su fin, no tiene ya más desarrollo, no me siento a gusto. No quiero decir con esto que hablar de uno mismo, de su experiencia, sea rechazable por principio. Al contrario. Hay personas que tienen cosas que contar y aportar a los demás. El problema es cuando la actitud deriva en arrogancia y en cierto desprecio hacia el interlocutor.

En algún sitio he leído que entre el 30 y el 40% de nuestras conversaciones giran en torno a nosotros mismos. Y que en las redes sociales esa proporción asciende hasta el 80%. ¿Estamos perdiendo la facultad de comunicarnos, de transmitir y recibir información y emociones? Parece que la tendencia para relacionarse con los demás es mostrando superioridad y no la generosidad, el interés o la amabilidad que se debería desprender de la confianza mutua. Cada vez me cuesta más encontrar personas con las que mantener una conversación de tú a tú. Pero las hay. Y en esos casos disfruto, siento que la capacidad de contar, de revelar, de compartir experiencias fluye de forma natural y las horas pueden pasar sin darte cuenta. He llegado a la conclusión de que, eliminado el ave de rapiña, existen dos grados del buen conversador: el que escucha con interés y de forma relajada (sin estar continuamente al acecho) y el que, además de escuchar, te hace preguntas interesándose realmente por lo que estás contando. Ese es un detalle definitivo e inequívoco del buen conversador. Y este último sí que es ya una rara avis. Vamos, que es un lujo encontrárselo. Pero, afortunadamente, conozco algunos. Y están aquí, entre nosotros. No viven en ninguna reserva protegida pero sí son una especie en vías de extinción.

6 comentarios:

  1. Buen artículo, pero en mi blog hay entradas mejores, jajaja :P

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  2. Me gusta leeros y de vez en cuando, cuando creo que puedo aportar algo, hacer un comentario ¿significará algo?

    Un saludo,

    Teresa

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  3. Espero que signifique que vas a seguir leyendo este blog y haciendo tus aportaciones. Y espero seguir teniendo algo mínimamente interesante que decir. Gracias por tu fidelidad. Saludos.

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  4. Qué razón tienes Bernardo. Espero poder conversar contigo este sábado en el monte!!!

    http://comoganaramigoseinfluirsobrelasperson.blogspot.com.es/2007/12/fcil-manera-de-convertirse-en-un-buen.html

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