domingo, 26 de mayo de 2013

ESPACIOS ¿LIBRES?


Hace unas semanas se lanzó el primer globo sonda: “El Ayuntamiento de Bilbao busca nuevo emplazamiento para los conciertos al aire libre de la Aste Nagusia (Semana Grande)”. Me llamó poderosamente la atención que una ciudad como Bilbao, que en los últimos años ha sido objeto de una profunda renovación urbana que ha incluido la creación de un buen número de espacios públicos o espacios libres (parques, plazas, paseos…) no haya tenido en cuenta la disposición o reserva de un espacio apropiado para este tipo de eventos.

No sé si el problema ha sido de los gestores o de los diseñadores de dichos espacios o de ambos. A veces, los que somos responsables de dar forma a los espacios públicos nos empeñamos en llenarlos de cosas, parece que nos invade un “horror al vacío” que nos empuja a plantear láminas de agua, tapices verdes, topografías escalonadas, hitos y laberintos visuales… Todo un estupendo catálogo de elementos construidos que no dejan margen para un uso libre del espacio, perdiendo cualquier posibilidad de utilización versátil del mismo.

El segundo globo sonda anunciaba: “El Ayuntamiento se ha decidido por el Parque Europa de Txurdinaga. Serán necesarias ciertas adaptaciones como el desplazamiento de algunos árboles…” Inmediatamente intenté averiguar dónde se podían conseguir esos increíbles árboles móviles. Hoy lo pones aquí, mañana lo pones allá. Un chollo, vamos.

La semana pasada, visitando Lanestosa, un pequeño y precioso municipio de apenas 260 habitantes ubicado en el extremo occidental de Bizkaia, descubrí su Plaza Nueva, un espacio público creado para sustituir a la vieja plaza medieval. Junto al río y próximo a la iglesia, un suelo y unas ligeras construcciones perimetrales para el cobijo en los días de lluvia. Ni más ni menos. En este pequeño-gran espacio tienen lugar todas las actividades, eventos y celebraciones que se suceden a lo largo del año, incluida la tradicional danza de los arcos floridos que bailan los mozos del pueblo. Una mente lúcida entendió que no hacía falta más.

¡Ah! Hace unos días comprobé que el sinónimo de desplazar árboles es… talarlos. El chollo no lo era tanto.


martes, 14 de mayo de 2013

TOM HARRELL


La primera vez que escuché a Tom Harrell la impresión que recibí por la cálida sonoridad de su música fue enorme. Y cuando vi imágenes de algunas de sus actuaciones percibí que se trataba de alguien “diferente”. Sabía que había tocado con los mejores músicos de jazz, que actualmente está considerado como uno de los más grandes trompetistas, que ha sido definido como uno de los mejores improvisadores armónicos, que combina el jazz con aproximaciones a la música clásica… pero su actitud en el escenario, su perturbadora presencia-ausencia me indicaba que había algo más que yo no sabía. Y busqué en su biografía.

Nació en 1946 en Illinois. Niño brillante, aprendió a leer solo y empezó a tocar la trompeta a los ocho años. En el instituto ya tenía su propia banda de jazz. Mientras estudiaba composición en Stanford intentó quitarse la vida. Esto dio lugar a un diagnóstico de esquizofrenia paranoide, a los once años. Con tratamiento, logró terminar su formación escolar e inició su carrera musical. Ángela, su esposa a la que conoció en Nueva York, dice de él:
“Una vez que superas el desconocimiento inicial de su situación y de la forma en que le afecta... la enfermedad deja de convertirse en su aspecto más destacado. Para mí, la enfermedad mental no le define como persona. Lo que me llevó hasta él fue su inteligencia y lo divertido, cariñoso, honesto, afectuoso y desprendido que es... Podría seguir y no parar. Es sencillamente una persona enormemente sincera, muy real y espiritual, muy generoso y divertido.”

A menudo resulta difícil manejar el estrés a quienes sufren esquizofrenia y la vida de un músico está llena de viajes, lugares nuevos, cambios de horarios… Como dice Ángela “muy probablemente su entorno no es el mejor para estabilizar los síntomas pero, por otra parte, ha sido la música la que le ha ayudado a seguir adelante todos estos años.”

Un nuevo intento de suicidio  y una reacción casi mortal a uno de los medicamentos han jalonado su trayectoria profesional, pero él mismo dice:
“A veces los medicamentos me impiden pensar con claridad, como si me faltase oxígeno en el cerebro. La esquizofrenia me ha hecho más productivo y me ha forzado a adentrarme más en mí mismo, lo que, en cierto modo, me aísla socialmente. Las canciones me llegan a menudo por la noche, cuando se abre una puerta en mi mente.”

El próximo miércoles día 22, en el teatro Campos Elíseos de Bilbao, cerraremos los ojos como él hace, sin levantar la cabeza, y escucharemos las notas de su trompeta, su sonoridad intensa y delicada. Le acompañaremos en su “viaje a las estrellas”.


martes, 7 de mayo de 2013

CABALGAR EN SOLITARIO


“Cabalgar en solitario” es el título de una película protagonizada por el inefable Randolph Scott en 1959, en la que recorría las polvorientas llanuras del oeste americano a lomos de su caballo. Yo empecé a cabalgar en solitario unos cuantos años más tarde, a lomos de mi cabalgadura de dos ruedas. Y no protagonizaba ninguna película, simplemente viajaba recorriendo por primera vez el Camino de Santiago en un caluroso mes de Julio.

Existen diversos formatos de viaje, atendiendo a las personas que te pueden acompañar: en familia, en pareja, con un grupo de amigos… Hace poco descubrí que existe una ¿nueva? modalidad, a través de una publicidad personalizada que me hizo llegar el “gran hermano” Google: los viajes para singles. Tuve que informarme para aclarar este concepto así que quien no lo conozca, que se informe igualmente. Pero en aquel caluroso mes de Julio descubrí una nueva modalidad que hasta entonces no había practicado: el viaje en solitario. Y fue de manera casual. El viaje en bicicleta a dos se convirtió en viaje a uno por la renuncia en el último momento de mi compañero de pedaladas. Siempre he pensado que su señora esposa tuvo algo o mucho que ver en ello, aunque me imagino que lo negará eternamente. Ya sabemos que esto de los recuerdos es algo muy selectivo.

A partir de aquella primera experiencia no programada volví a repetir en varias ocasiones esto de la cabalgada en solitario pero, ahora sí, con premeditación y alevosía. Lo que da idea de que la historia no resultó nada frustrante, más bien al contrario. Con ello no intento hacer apología de esta forma de viajar como la única interesante ni siquiera como la más interesante. Pero admito que, al menos a mí, me ha aportado sensaciones muy profundas y recuerdos imborrables. Así que de vez en cuando…

Los inconvenientes o desventajas respecto a un viaje en grupo son tan evidentes que no considero necesario indicarlos siquiera. Pero entonces ¿cuáles son las ventajas? ¿qué puede aportarnos un viaje en solitario? Tranquilos que no me voy a poner cachondo con aquello del viaje interior y de encontrarse a uno mismo. Es mucho más banal. En primer lugar, te obliga a tomar constantemente tus propias decisiones sin dejarlas en manos ajenas, un buen aprendizaje. En segundo lugar, existe una mayor receptividad y comunicación con la gente (o los animales) que te vas encontrando a tu paso. Es decir, vas generando compañeros de viaje puntuales y no programados, lo que resulta muy enriquecedor. En tercer lugar, tú mismo estás mucho más receptivo hacia el entorno que te rodea al no haber nadie que te distraiga, tus antenas captan hasta el más mínimo detalle y eres testigo de momentos que de otro modo te habrían pasado desapercibidos. Sí, te conviertes de alguna manera en “voyeur”.

Y de estas cabalgadas en solitario han ido surgiendo algunas historias y anécdotas que en forma de relato ya han aparecido en este blog y seguirán apareciendo. Por ejemplo, aquel intenso encuentro con una preciosa vaca rubia titulado “Amor no correspondido”, que resume muy bien las aportaciones que antes indicaba.

Así que, ¿por qué no poner al menos un viaje en solitario en tu vida? Ah! Lo de viajar en bicicleta es solo una opción. Pero ésta es ya otra historia.